El concepto de resiliencia ha ganado relevancia en diversas disciplinas, desde la psicología hasta la sociología y la medicina. Aunque inicialmente se asociaba con la capacidad de los materiales para recuperar su forma original después de ser deformados, hoy en día, la resiliencia se entiende como la capacidad humana de resistir, adaptarse y crecer frente a la adversidad. Para el personal de emergencias, la resiliencia no es solo una característica deseable, sino una necesidad vital para enfrentar los desafíos inherentes a su trabajo. Con este artículo introductorio se pretende una visión histórica del concepto de resiliencia explorando, a la vez, su aplicación práctica en el ámbito de las emergencias, destacando cómo diferentes tipos de resiliencia—física, social, mental y emocional—pueden fortalecerse y mantenerse.
El término «resiliencia» proviene del latín “resilire”, que significa «saltar hacia atrás» o «rebotar». En su origen, como decíamos, el término fue utilizado en el campo de la física y la ingeniería para describir la capacidad de un material para recuperar su forma original después de ser sometido a una fuerza deformante. A lo largo del siglo XX, la resiliencia comenzó a aplicarse al campo de la psicología, especialmente en el estudio de cómo los individuos, particularmente los niños, podían superar condiciones adversas como la pobreza, el abuso y la guerra.
Durante las últimas décadas, el concepto se ha expandido para incluir no solo la capacidad de resistir y recuperarse, sino también de aprender y crecer a partir de las experiencias difíciles. Esto ha dado lugar a una comprensión más holística de la resiliencia, que incluye aspectos físicos, sociales, mentales y emocionales.
El personal de emergencias enfrenta diariamente situaciones de alta presión que requieren una respuesta rápida y eficaz. La naturaleza de su trabajo implica una exposición constante a eventos traumáticos, lo que puede llevar a problemas de salud física y mental si no se gestionan adecuadamente. Por esta razón, la resiliencia es una capacidad esencial para garantizar no solo la efectividad operativa, sino también el bienestar a largo plazo de estos profesionales.
Resiliencia física
La resiliencia física es determinante en el personal de emergencias, cuyo trabajo exige altos niveles de esfuerzo físico. La capacidad del cuerpo para soportar y recuperarse de las demandas físicas, enfermedades y lesiones es muy importante. Favorecer ciertos hábitos de vida saludables, como una buena alimentación, ejercicio regular y un sueño adecuado puede mejorar significativamente la resiliencia física. Según un estudio publicado en el Journal of Aging Research (Deslandes & Moraes, 2019), la actividad física regular no solo mejora la resiliencia física, sino también la mental, lo que es esencial para quienes deben estar en constante alerta y preparados para actuar en cualquier momento.
Además, el ejercicio físico se ha asociado con una mejor capacidad para manejar el estrés, reduciendo los síntomas de ansiedad y depresión (Rebar et al., 2015). Esto es particularmente relevante para el personal de emergencias, que a menudo enfrenta situaciones de vida o muerte, donde mantener la calma y la claridad mental puede hacer la diferencia entre el éxito y el fracaso.
Resiliencia social
La resiliencia social se refiere a la capacidad de una comunidad para recuperarse colectivamente de situaciones difíciles. En el contexto del personal de emergencias, esto se traduce en la importancia de la cohesión y el apoyo mutuo dentro del equipo. Las investigaciones, como las realizadas por Aldrich (2012), subrayan la importancia de las redes sociales y la cohesión comunitaria para la recuperación después de desastres.
En el día a día del personal de emergencias, trabajar en equipo y apoyarse mutuamente es vital para enfrentar el estrés y la presión de las operaciones. Las relaciones sólidas dentro del equipo pueden proporcionar un apoyo emocional crucial y un sentido de pertenencia, lo que fortalece la capacidad colectiva para enfrentar y superar adversidades.
Resiliencia mental
Situaciones de alta presión, incertidumbre y cambios abruptos exigen de mecanismos de resistencia como la capacidad de adaptarse rápidamente, mantener la calma durante momentos de crisis y utilizar la fortaleza mental para resolver problemas. Las personas con alta resiliencia mental suelen ser flexibles, mantener la calma durante momentos de crisis y utilizar su fortaleza mental para resolver problemas y mantener la esperanza.
Un estudio publicado en Frontiers in Psychology (Joyce et al., 2018) destacó que las intervenciones basadas en la atención plena (mindfulness) y la terapia cognitivo-conductual pueden aumentar significativamente la resiliencia mental. Para el personal de emergencias, estas prácticas pueden ser herramientas efectivas para gestionar el estrés y mantenerse enfocados en situaciones de alta presión. La resiliencia mental implica no solo tener una mentalidad positiva, sino también habilidades para resolver problemas y la capacidad de percibir los obstáculos como oportunidades de crecimiento.
Resiliencia emocional
La resiliencia emocional se entiende como la capacidad de gestionar y regular las emociones frente a las dificultades. Para quienes trabajan en emergencias, esta habilidad es esencial para manejar el estrés, el miedo y la frustración sin que estos sentimientos interfieran en su desempeño. El estrés o miedo no son en sí elementos discapacitantes; más bien, la respuesta que generemos ante estos escenarios.
La investigación sugiere que la inteligencia emocional y la regulación emocional son clave en la resiliencia emocional. Un estudio en *Journal of Personality* (Davis & Humphrey, 2012) encontró que la inteligencia emocional puede predecir la resiliencia emocional, indicando que las personas con mayor capacidad para percibir, entender y manejar sus emociones tienden a ser más resilientes emocionalmente. Para el personal de emergencias, desarrollar esta capacidad puede ser la diferencia entre una carrera larga y exitosa o el agotamiento profesional.
La resiliencia, en sus múltiples formas, es un recurso invaluable para el personal de emergencias. Fortalecer la resiliencia física, social, mental y emocional puede ayudar a estos profesionales no solo a sobrevivir en un entorno de trabajo exigente, sino también a prosperar y continuar sirviendo a sus comunidades con eficacia. Al entender y cultivar la resiliencia, el personal de emergencias puede estar mejor preparado para enfrentar los desafíos que su trabajo les presenta, asegurando así su bienestar y el de aquellos a quienes protegen.