Corrían los 90 cuando aparecía la figura del director de seguridad, coincidiendo con los JJOO en mi ciudad natal, Barcelona.
Han llovido unos cuantos años y muchas canas desde aquél entonces, cuando precisamente a causa de la novedad de la profesión, todos aquellos primeros alumnos del Curso Superior de Gestión de la Seguridad en la Universidad Autónoma de Bellaterra nos preguntábamos cómo iba a repercutir esta habilitación en nuestras carreras profesionales.
Recuerdo con mucho cariño a Manuel Ballbé quien, apasionadamente, nos contaba los orígenes de la seguridad privada y al amigo Fernando San Agustín, quien nos explicaba algunas de sus vivencias en la época del ya fagocitado CESID.
Podré decir que no me fue mal cursar dichos estudios, los que me han permitido ser director de departamentos de seguridad en hoteles, entidades bancarias, infraestructuras críticas y muchos otros entes públicos y privados relacionados con la salud, el transporte y el espacio.
Ciertamente, la formación como director de seguridad no fue sino el primer paso de las múltiples acciones formativas sobre aspectos específicos de la seguridad, siendo mi ocupación estos últimos años la formación en materias de Compliance y de Auditoría.
Por ofreceros un resumen de los 5 aspectos principales aprendidos en estos últimos casi 30 años como director de seguridad, diría:
- Después de 30 años sigo aprendiendo que la seguridad teórica impartida en la formación del director de seguridad dista de la aplicación práctica en su gestión, pues factores exógenos y endógenos, relacionados estos con: el compromiso de la seguridad por parte del accionariado o de la alta dirección de una compañía o institución pública, con la dotación de recursos económicos, materiales, humanos, etc…, con “los mimbres” o recursos humanos que se gestionan desde un departamento de seguridad, con la madurez en materia de concienciación sobre la seguridad en la organización y con la formación de la que se dispone en los niveles operacionales, tácticos y estratégicos, puedo decir, tras el paso del tiempo, que la clave de éxito de un director de seguridad es la capacidad de adaptabilidad a la genética de la institución o empresa, adoptando un rol integrador, colaborativo y de asesor, mostrando el camino para alcanzar altos niveles de seguridad alineándose, en primer lugar, con las normas que condicionan su actividad y que impactan o “tocan” directamente con la seguridad, desde una perspectiva integral.
- Que el primer reto para un director de un departamento de seguridad, es “conocer a la perfección” a su entidad o empresa, su actividad, su estructura y organización, sus procesos y procedimientos y la estadística o “histórico” de “problemas”, siniestros, en definitiva, riesgos y amenazas y los impactos y daños sobrevenidos por causas naturales, tecnológicas, biológicas, humanas (intencionadas o no) o animales.
- Que el segundo de los retos es “no imponer, sino convencer”. Seguramente, con la edad uno aprende que no se tiene la verdad absoluta, por lo que cualquier opinión experta del director de seguridad puede verse contrapuesta por “cualquier persona de la organización o relacionada”, debiéndose por tanto trabajar, tanto “la escucha activa”, como el “diálogo y debate permanente” en la búsqueda de soluciones de seguridad preventivas, correctivas o activas, con cierto grado de quorum, imperando la opinión del experto en seguridad, únicamente en aquellos casos donde sea indubitadamente como el director de seguridad determina.
- Que entre las obligaciones principales (la tercera) del director de seguridad es la de “estar al día”, no tan sólo en cuestiones relacionadas con el sector de la seguridad (legislativas, sobre estándares internacionalmente reconocidos, sobre novedades tecnológicas, etc.), sino sobre la evolución de los 12 sectores estratégicos, que bien recoge la normativa sobre Protección de Infraestructuras Críticas, de forma y modo que “cual periodista curioso”, el director de seguridad observe y comprenda mejor la evolución de las empresas e instituciones y pueda analizar con mayor y mejor nivel de detalle los riesgos que emanan de su actividad o los que, de forma periférica, le afectan.
- Que finalmente, para mí, como profesor igualmente viejillo con una experiencia pareja en años como formador he podido comprender que: “del alumno, el profesor aprende” y “el profesor debe ser un alumno incansable”. En virtud de esto último, en mis casi 30 años como director de seguridad he sido al mismo tiempo alumno. Esperando serlo, los 15 años que restan, hasta mi futura jubilación.
A este viejo director de seguridad, le gustaría que me hablaseis de vuestra experiencia como director de seguridad, o como alumno que desea serlo en un futuro.
Y como tutor en el curso que ofrece el Centro Andaluz de Estudios, me gustaría invitaros a una charla que vamos a realizar con motivo del comienzo de una nueva edición.
En ella vamos a contar con otros ponentes, también directores de seguridad privada y con amplia experiencia en la formación y en la dirección de departamentos de seguridad. Esta charla entre colegas del gremio va a resultar muy interesante por los temas a tratar y va a ser la primera de una larga lista de webinars que tendremos durante todo el año.
¡Os espero en los comentarios!
Casimiro Macías Fernández, es: director de seguridad, jefe de seguridad, detective privado, profesor habilitado por el Ministerio del Interior, asesor de seguridad, tutor académico del Curso de Dirección de Seguridad del Centro Andaluz de Estudios y Entrenamiento