El personal de emergencias y seguridad a menudo se enfrenta a situaciones en las que deben comunicar malas noticias a familiares, incluidos niños pequeños. Este es un proceso delicado y de vital importancia, ya que puede influir significativamente en cómo los niños procesan y entienden la muerte y la pérdida. A continuación, se proporciona una guía detallada para abordar este tema de manera sensible y eficaz.
Antes de entrar en los detalles específicos, es fundamental comprender la importancia de una comunicación adecuada:
– Impacto Emocional: La forma en que se comunica la noticia de la muerte puede afectar profundamente el bienestar emocional y psicológico del niño.
– Procesamiento del Duelo: Una comunicación clara y comprensiva facilita el proceso de duelo y ayuda a los niños a desarrollar mecanismos saludables para enfrentar la pérdida.
– Prevención de Malentendidos: Evitar confusiones o malentendidos es crucial para que los niños no desarrollen temores o creencias erróneas sobre la muerte.
- Habla con claridad y sencillez: Es esencial utilizar un lenguaje que los niños puedan entender sin dificultad. Las palabras y frases deben ser directas y sin ambigüedades. Las metáforas pueden ser confusas para los niños pequeños. Frases como «se ha ido a un lugar mejor» o «está durmiendo para siempre» pueden ser malinterpretadas. En lugar de decir «Mamá se fue al cielo», di «Mamá ha muerto. Esto significa que ya no estará aquí con nosotros».
No intentes suavizar la noticia dando rodeos. Los niños necesitan saber la verdad de manera clara para comenzar a procesarla. Por ejemplo: «Papá ha fallecido. Esto significa que no lo veremos más ni podremos hablar con él».
- Respeta su capacidad de comprensión: Los niños entienden la muerte de maneras diferentes según su edad y nivel de desarrollo cognitivo. Adaptar la explicación a su capacidad de comprensión es crucial.
Los niños de 0-2 años no comprenden la muerte, pero perciben la ausencia y el dolor de los cuidadores. Mantén la rutina y proporciona consuelo físico. Una forma de comunicar sería: «Papá no está aquí ahora. Vamos a abrazarnos y sentirnos seguros juntos».
Los niños de 3-5 años pueden entender que alguien ha muerto pero no comprenden la permanencia de la muerte. Pueden preguntar repetidamente por la persona fallecida. «El abuelo ha muerto y no va a volver. Pero podemos hablar de él y recordar los buenos momentos».
Los niños de 6-8 años comienzan a entender la permanencia de la muerte y pueden tener muchas preguntas sobre el proceso y las razones. «La muerte significa que el cuerpo de alguien ha dejado de funcionar. No vamos a ver más a mamá, pero siempre la recordaremos».
Los niños de 9-12 años tienen una comprensión más madura de la muerte y pueden manejar explicaciones más detalladas. «El corazón de papá dejó de latir y eso es lo que significa morir. Sabemos que esto es muy triste, pero vamos a estar juntos y apoyarnos».
Los niños pueden tener muchas preguntas sobre la muerte. Responde con paciencia y honestidad, ajustando las respuestas a su nivel de comprensión. «¿Por qué murió mamá? La enfermedad hizo que su cuerpo dejara de funcionar. A veces, cuando la gente está muy enferma, sus cuerpos no pueden seguir funcionando».
- Evita eufemismos o conceptos confusos: es necesaria mucha claridad en la comunicación para que los niños no desarrollen miedos innecesarios o falsas esperanzas. Son eufemismos comunes a evitar: «Se fue al cielo», «Está durmiendo», «Nos dejó». Es mejor el uso de terminología concreta que explique la realidad de manera simple y concreta («Mamá ha muerto. Esto significa que su cuerpo ha dejado de funcionar y ya no podrá hacer las cosas que solía hacer»).
- Permitir la expresión emocional: Los niños deben sentirse libres de expresar sus emociones, ya sea tristeza, miedo, confusión o incluso enojo. Por eso, debes escuchar activamente prestando atención a sus palabras y reacciones. Asegúrate de que se sientan escuchados y comprendidos («Veo que estás muy triste. Es normal sentirse así cuando alguien que amamos muere»).
Asegurarles que sus sentimientos son normales y hacerles saber que es natural tener una variedad de emociones ante una pérdida. «Está bien llorar y estar triste. Yo también me siento triste porque todos amábamos mucho a abuelo».
- Explícales que no es culpa suya: Los niños a menudo creen que sus acciones de alguna manera causaron la muerte. Es crucial asegurarse de que entiendan que no tienen la culpa. Asegurarles de manera clara y repetida que la muerte no es consecuencia de algo que hayan hecho o dejado de hacer. Un ejemplo sería: «Nada de lo que hiciste o dijiste causó que papá muriera. No es tu culpa en absoluto».
- Habla de recuerdos y sentimientos: Mantener vivos los recuerdos y animar a los niños a recordar momentos felices con la persona fallecida puede ser una forma positiva de manejar la pérdida y mantener viva la memoria del ser querido. Ver fotos, hablar sobre recuerdos felices y hacer cosas que les recuerden al ser querido («Vamos a ver las fotos de las vacaciones con mamá y recordar todas las cosas divertidas que hicimos juntos»).
Crear un espacio seguro para recordar, donde se pueda conversar y los niños se sientan seguros para hablar sobre la persona fallecida y expresar sus sentimientos. «Podemos hablar de abuelo cuando quieras. Si alguna vez quieres contarme una historia sobre él, estaré aquí para escucharte».
- Ofrece consuelo y abrazos: la importancia del contacto físico, como abrazos y caricias, es fundamental para proporcionar consuelo y seguridad a los niños en momentos difíciles. Asegúrate de ofrecer abrazos y estar físicamente presente para que el niño se sienta seguro. «Ven aquí, vamos a abrazarnos fuerte. Estoy aquí contigo y siempre estaré para cuidarte».
Comunicar la muerte de un ser querido a un niño es una tarea extremadamente delicada que requiere una combinación de claridad, empatía y paciencia. Como personal de emergencias y seguridad, es fundamental estar preparado para manejar estas situaciones de la manera más adecuada posible, proporcionando el apoyo emocional necesario para que los niños puedan procesar su pérdida de una manera saludable. Siguiendo estos consejos detallados, se puede ofrecer el consuelo y la comprensión que los niños necesitan durante estos momentos difíciles, minimizando el impacto traumático y ayudándoles a desarrollar resiliencia emocional.