El suicidio es un problema de salud pública que afecta a muchas personas, incluyendo al personal de emergencias. El suicidio en el momento actual en nuestro entorno es una de las primeras causas externas de muerte en la población general. La OMS desde mediados de la segunda década de nuestro siglo ha realizado un plan de actuación para identificar factores de riesgo para la salud mental, considerándolo una de sus prioridades de acción. En relación con este tema, varios estudios a nivel mundial han analizado la prevalencia de suicidio consumado e ideación suicida en los diferentes grupos profesionales. Muchos de ellos coinciden que la prevalencia en profesionales relacionados con emergencias (mayormente los estudios se centran en personal sanitario), es de las más elevadas.
El personal de emergencias está expuesto a situaciones de estrés, sufrimiento, violencia, muerte y trauma, que pueden afectar a su salud mental y emocional. Además, pueden enfrentarse a dificultades personales, laborales, familiares o sociales, que pueden aumentar su vulnerabilidad. Según algunos estudios, el personal de emergencias tiene mayor riesgo de suicidio comparado con la población general y otras profesiones. Aunque en la población general se observa un mayor riesgo de suicidio en hombres, en el caso de los profesionales sanitarios, esta tendencia se invierte. Es importante considerar cómo los roles de género y las expectativas sociales pueden influir en esta dinámica.
En la mayoría de los estudios, los métodos más comunes utilizados por el personal de emergencias son el uso de tóxicos o medicamentos. Su acceso a estas sustancias y su conocimiento sobre sus efectos pueden contribuir a esta elección. Además, se ha observado que la depresión es la patología mental más prevalente entre aquellos con ideación suicida o que han consumado el acto.
Las causas del suicidio en el personal de emergencias son complejas y multifactoriales, y dependen de cada caso individual. Sin embargo, se han identificado algunos factores de riesgo que pueden contribuir al suicidio, como:
- El burnout o síndrome de estar quemado, que se caracteriza por el agotamiento físico y emocional, la despersonalización y la baja realización profesional.
- El acoso laboral o mobbing, que consiste en el maltrato psicológico, la intimidación, la humillación o la discriminación en el trabajo.
- Los conflictos laborales, como la falta de apoyo, la sobrecarga, la presión, la inestabilidad o la insatisfacción.
- El personal de emergencias se enfrenta a situaciones extremadamente estresantes, como accidentes, desastres naturales y violencia. Estas experiencias pueden afectar profundamente su bienestar mental. Las experiencias traumáticas, como la exposición a la muerte, el sufrimiento o el abuso.
- Los trastornos mentales, como la depresión, la ansiedad, el estrés postraumático, el abuso de sustancias o la esquizofrenia.
- Los factores personales, como la edad, el sexo, el estado civil, la orientación sexual, la religión, la personalidad o los antecedentes familiares.
Entre los sanitarios se observa una tendencia a evitar el contacto con salud mental que podría explicarse por el miedo al estigma social y comprometer su carrera profesional. Esto puede suponer que en muchas ocasiones se comprometa además de la propia salud, la seguridad de los pacientes.
La prevención del suicidio en el personal de emergencias es un reto que requiere la implicación de todos los niveles: individual, grupal, organizacional y social. Algunas medidas preventivas que se pueden adoptar son:
- Fomentar la detección precoz y el tratamiento adecuado de los trastornos mentales, mediante la realización de evaluaciones periódicas, el acceso a servicios de salud mental y el seguimiento de los casos de riesgo.
- Promover la salud mental y el bienestar, mediante la educación, la sensibilización, la reducción del estigma, el apoyo social, el autocuidado y el desarrollo de habilidades de afrontamiento.
- Mejorar las condiciones laborales, mediante la prevención y el manejo del burnout, el acoso y los conflictos, la mejora de la comunicación, la participación, el reconocimiento y la seguridad.
- Implementar protocolos de actuación, mediante la elaboración de guías, procedimientos y recursos para la prevención, la intervención y el seguimiento del suicidio en el personal de emergencias.
El manejo del suicidio en el personal de emergencias implica tanto la atención a los pacientes con intento de suicidio como la atención a los profesionales que los atienden. El personal de emergencias debe tener formación específica para valorar el riesgo suicida y estar atento a los signos de alarma, como:
- La expresión de deseos de morir, planes o intentos previos de suicidio, o la disponibilidad de medios letales.
- La presencia de trastornos mentales, especialmente la depresión, la ansiedad, el estrés postraumático o el abuso de sustancias.
- La existencia de factores estresantes, como problemas personales, laborales, familiares o sociales, o acontecimientos vitales negativos.
- El aislamiento social, la falta de apoyo, la soledad o el sentimiento de desesperanza.
- Los cambios de conducta, como la alteración del sueño, el apetito, el ánimo, el rendimiento o el interés.
La intervención en urgencias ante un paciente con intento de suicidio debe seguir los siguientes pasos:
- Estabilizar las constantes vitales y tratar las posibles complicaciones médicas o toxicológicas.
- Realizar una valoración psiquiátrica exhaustiva, utilizando escalas consensuadas con los profesionales de salud mental, para identificar el nivel de riesgo, el diagnóstico, las necesidades y los recursos del paciente.
- Establecer un plan terapéutico, que puede incluir el ingreso hospitalario, el alta con seguimiento ambulatorio o la derivación a otros servicios de salud mental, según el criterio clínico y la disponibilidad de recursos.
- Proporcionar apoyo psicológico, educación sanitaria, consejo y orientación al paciente y a sus familiares o acompañantes, informando sobre el riesgo, el tratamiento, los recursos y las medidas de prevención.
- Garantizar la continuidad asistencial, mediante la coordinación con los servicios de salud mental, la elaboración de un informe clínico, la concertación de una cita de seguimiento y el contacto telefónico posterior.
La atención a los pacientes con intento de suicidio puede tener un impacto negativo en la salud mental de los profesionales de emergencias, que pueden experimentar estrés, ansiedad, culpa, impotencia, frustración o duelo. Por ello, es importante que los profesionales de emergencias también reciban apoyo psicológico, supervisión y formación, y que cuenten con recursos de autocuidado, como el descanso, el ocio, el deporte, la meditación o el apoyo social.
Es fundamental abordar la salud mental del personal de emergencias de manera integral. La detección temprana, el apoyo psicológico y la promoción de un entorno de trabajo saludable son esenciales para prevenir el suicidio en esta valiosa comunidad.