Hay muchos factores que pueden influir en el comportamiento violento de las personas, tanto biológicos como psicológicos y sociales. Algunos de estos factores son:
- La personalidad, la impulsividad, la reactividad y la capacidad de reacción emocional del individuo.
- La exposición a modelos agresivos o violentos en la familia, la escuela o los medios de comunicación.
- La falta de afecto, comprensión, aceptación y disciplina por parte de los padres o cuidadores.
- La incongruencia, la hostilidad, el castigo físico y las amenazas por parte de los padres o cuidadores.
- Las restricciones inmediatas que los padres imponen a su hijo.
- Las desigualdades sociales, económicas, políticas y culturales que generan frustración, malestar y conflicto.
Pero en este artículo vamos a centrarnos en la influencia del calor en el comportamiento disruptivo humano. Empecemos:
Como personal de seguridad, es importante que conozcáis los efectos que el calor puede tener en el comportamiento humano. El calor no solo afecta al bienestar físico, sino también al mental y al emocional. En este artículo, explicaremos cómo el calor puede influir en la salud mental, el estrés, la ira y la agresividad de las personas, y cómo podéis prevenir y gestionar las situaciones conflictivas que puedan surgir.
El calor provoca una serie de cambios fisiológicos en el cuerpo humano que pueden alterar el estado de ánimo y la reacción ante los estímulos. Por ejemplo, el calor dilata los vasos sanguíneos, lo que aumenta el flujo de sangre hacia la piel y los músculos. Esto activa el sistema nervioso simpático, que prepara al organismo para la lucha o la huida. El calor también puede aumentar los niveles de testosterona, una hormona relacionada con la agresividad y la dominancia. Además, el calor puede alterar el equilibrio de los neurotransmisores cerebrales, como la serotonina y la dopamina, que regulan el estado de ánimo, la impulsividad y la motivación.
Estos cambios fisiológicos pueden hacer que las personas se sientan más irritables, ansiosas, hostiles y propensas a reaccionar de forma violenta ante situaciones estresantes o provocadoras. Sin embargo, hay que tener en cuenta que estos efectos no son iguales para todos los individuos, ya que también dependen de otros factores como la personalidad, el género, la edad, la cultura y el contexto.
Algunos estudios han demostrado que el calor está relacionado con un aumento de los disturbios, los delitos violentos y las conductas agresivas. Por ejemplo, Anderson encontró que los disturbios aumentaban en la misma medida que lo hacían los grados de temperatura en ciudades estadounidenses. También observó que los delitos que implicaban violencia, asesinatos o violaciones, eran más propensos en la época de verano que aquellos que no contenían ataques agresivos.
Otro factor que puede explicar la relación entre calor y violencia es el aumento de las interacciones sociales que facilitan los conflictos y las provocaciones. El calor hace que las personas salgan más a la calle, se reúnan más con otras personas y compartan más espacios públicos. Esto puede generar roces, disputas o malentendidos que pueden escalar a situaciones violentas.
Además, el calor extremo puede afectar a la capacidad cognitiva y a la productividad de las personas de varias maneras. El calor extremo puede provocar fatiga, irritabilidad, reflejos más lentos y cansancio. Estos síntomas pueden dificultar la concentración, la memoria, la atención y la resolución de problemas.
Una de las razones por las que el calor extremo afecta a la capacidad cognitiva es que el cerebro tiene que hacer un esfuerzo adicional para mantener el organismo en una temperatura óptima. El hipotálamo, que es la parte del cerebro encargada de regular la temperatura, también regula otras funciones como el sueño, el hambre, las emociones y el agua corporal. Por eso, cuando el cuerpo se concentra en enfriarse, otras funciones se pueden ver afectadas y el rendimiento cognitivo puede disminuir.
Otra razón es que el calor extremo puede afectar a la calidad del sueño, lo que también tiene un impacto negativo en la capacidad cognitiva. La temperatura ideal para dormir ronda los 21°C, pero cuando las noches son demasiado calurosas, el organismo trabaja constantemente para mantenerse fresco y se produce una hiperexcitación cerebral. Esto hace que sea más difícil conciliar el sueño y que el descanso no sea lo suficientemente reparador.
Además, el calor extremo puede provocar una pérdida de agua y deshidratación, lo que también afecta a la capacidad cognitiva. Uno de los mecanismos que utiliza el cuerpo para regular la temperatura es la sudoración, pero también se puede perder agua por la evaporación o la respiración. Se estima que una deshidratación leve tiene un efecto negativo en la atención y la memoria.
Estos efectos del calor extremo en la capacidad cognitiva pueden tener consecuencias en la productividad de las personas. Por ejemplo, un estudio realizado en Estados Unidos encontró que los estudiantes que hacen un examen en un día de aproximadamente 32°C tienen un 10% menos probabilidades de aprobar una materia determinada que si hubieran realizado ese examen en un día de 24°C.
Estos efectos del calor en el comportamiento violento pueden suponer un riesgo para la seguridad de las personas y para el orden público. Por eso, es importante que como personal de seguridad estéis preparados para prevenir y gestionar las situaciones conflictivas que puedan surgir. Algunas recomendaciones son:
- Mantener una actitud calmada, profesional y respetuosa ante las personas que puedan estar alteradas por el calor.
- Evitar las provocaciones, las burlas o las amenazas que puedan escalar la tensión.
- Usar el lenguaje verbal y no verbal para transmitir confianza, seguridad y autoridad.
- Escuchar activamente a las personas que puedan tener una queja o un problema, y tratar de entender su punto de vista.
- Buscar soluciones pacíficas y negociadas que satisfagan a las partes implicadas, siempre que sea posible.
- Aplicar la fuerza solo cuando sea estrictamente necesario, y siempre de forma proporcional y justificada.
- Solicitar refuerzos o apoyo cuando la situación lo requiera, y comunicar cualquier incidencia a los superiores.