Las emergencias que involucran sustancias químicas y tóxicas representan uno de los mayores desafíos para los bomberos. Estos incidentes no sólo suponen una amenaza inmediata para la salud de quienes se ven afectados, sino que también ponen en peligro al personal de intervención y, en muchas ocasiones, a la población circundante. Los bomberos deben estar preparados para enfrentarse a materiales peligrosos que pueden ser volátiles, inflamables, tóxicos o corrosivos, lo que exige una formación especializada, el uso de equipos de protección avanzados y la implementación de protocolos rigurosos.
El crecimiento industrial y la dependencia de productos químicos en nuestra vida cotidiana han incrementado significativamente la frecuencia de incidentes relacionados con materiales peligrosos. Accidentes en fábricas, plantas químicas, transporte de mercancías peligrosas… pueden dar lugar a situaciones en las que los bomberos son los primeros en intervenir. Estos incidentes suelen involucrar sustancias químicas que pueden ser gases, líquidos o sólidos, y muchas veces estas sustancias son incoloras e inodoras, lo que dificulta su detección.
La formación en el manejo de materiales peligrosos es una parte importante en la formación de los bomberos. Para ello, se utilizan manuales y guías específicos que proporcionan un marco de actuación claro y estandarizado. Uno de los principales recursos que los bomberos emplean en emergencias químicas es el Emergency Response Guidebook (ERG), una guía de respuesta a emergencias que se actualiza cada cuatro años y es utilizada a nivel internacional. Esta guía está diseñada para ayudar a los servicios de emergencia a identificar rápidamente los riesgos asociados a materiales peligrosos, proporcionando información sobre cómo manejarlos.
El ERG clasifica miles de sustancias peligrosas por su número ONU (número asignado a productos químicos peligrosos para identificarlos internacionalmente) y ofrece recomendaciones sobre la mejor forma de actuar. Por ejemplo, indica las distancias de evacuación recomendadas, los riesgos de explosión o reacción química, y los métodos más seguros para controlar los derrames.
Por otro lado, las normas de la NFPA (National Fire Protection Association) proporcionan un marco amplio y detallado para la seguridad en la intervención de emergencias con materiales peligrosos. La NFPA 472, por ejemplo, establece los requisitos de competencia para los bomberos y otros profesionales que respondan a incidentes con materiales peligrosos. La norma cubre desde la identificación y clasificación de los productos hasta la planificación de la intervención y la descontaminación posterior. Además, la NFPA 704 es conocida por su sistema de diamante de riesgos, que clasifica la peligrosidad de los materiales según su inflamabilidad, reactividad, riesgo para la salud y otros factores.
El uso de Equipos de Protección Personal (EPP) es una parte importante de la intervención en incidentes con materiales peligrosos. Los bomberos deben utilizar trajes especializados que les protejan contra la exposición a sustancias químicas, ya sean tóxicas, corrosivas o inflamables. Los trajes de protección nivel A, los más avanzados, son totalmente herméticos y protegen tanto la piel como el sistema respiratorio.
Además de los trajes de protección, los bomberos emplean monitores de gases portátiles que les permiten medir la concentración de sustancias peligrosas en el aire y detectar gases tóxicos que pueden ser invisibles, como el monóxido de carbono o el amoníaco. Estos dispositivos garantizan la seguridad del equipo de intervención, ya que indican cuándo es seguro ingresar en un área y cuándo se deben tomar medidas de evacuación o confinamiento.
El procedimiento de intervención en emergencias químicas sigue una serie de pasos que se basan en los protocolos establecidos por guías como el ERG y las normas NFPA. El primer paso es la identificación de la sustancia peligrosa, para lo cual los bomberos deben estar entrenados en la lectura de las etiquetas y símbolos internacionales que indican la naturaleza del material peligroso, tal como lo establece el Sistema Globalmente Armonizado de Clasificación y Etiquetado de Productos Químicos (SGA).
Una vez identificada la sustancia, se establece un perímetro de seguridad, que depende de la toxicidad del material y de las condiciones ambientales, como la dirección del viento o la temperatura. Este perímetro se utiliza para evacuar a las personas en riesgo y confinar la zona, asegurando que el contaminante no se extienda más allá del área afectada.
El siguiente paso es la contención del material peligroso. Dependiendo del tipo de sustancia involucrada, los bomberos utilizan técnicas para detener el derrame o la fuga. En el caso de sustancias líquidas, se emplean materiales absorbentes o barreras físicas para contener el derrame. Si se trata de gases, se puede recurrir a selladores o técnicas avanzadas de neutralización para detener la fuga.
Finalmente, se llevan a cabo procedimientos de descontaminación tanto para las personas que hayan estado en contacto con el producto como para el equipo utilizado en la intervención. La descontaminación es necesaria para evitar la propagación de sustancias peligrosas más allá del sitio de la emergencia, y se realiza mediante el uso de soluciones neutralizantes o procedimientos de lavado controlados.
Los riesgos para la salud en emergencias químicas son variados y pueden tener consecuencias a corto y largo plazo. La exposición a gases tóxicos o productos corrosivos puede causar quemaduras, intoxicaciones o enfermedades respiratorias graves, y en muchos casos, la exposición prolongada o repetida puede derivar en enfermedades crónicas. Los bomberos, al estar en primera línea de estos incidentes, deben seguir estrictamente los protocolos de seguridad para minimizar su exposición y la de otras personas.
Además de los riesgos para la salud, las emergencias químicas pueden tener un impacto devastador en el medio ambiente. Los productos químicos peligrosos que se liberan en el aire, el agua o el suelo pueden provocar contaminación duradera y afectar a la biodiversidad local. Las guías como el ERG y las normativas de la NFPA también proporcionan recomendaciones sobre cómo contener y minimizar estos impactos ambientales, lo que a menudo implica la intervención de equipos especializados en gestión de residuos peligrosos una vez controlado el incidente.