Los primeros auxilios básicos constituyen un conjunto de técnicas y procedimientos que cualquier persona debería conocer para poder actuar de manera inmediata ante situaciones de emergencia. Estos conocimientos permiten ofrecer una primera atención a una persona que ha sufrido un accidente o una enfermedad súbita antes de que lleguen los servicios médicos profesionales. La rapidez y efectividad de esta intervención pueden ser determinantes para salvar vidas, evitar el agravamiento de las lesiones y favorecer la recuperación del paciente. Así, entender y dominar los primeros auxilios básicos no solo es una habilidad útil, sino una responsabilidad social.
El concepto de primeros auxilios se basa en tres pilares: proteger, avisar y socorrer. Proteger se refiere a la protección del primer auxiliador y del paciente. Si hay que ayudar a la víctima, la primera regla a seguir es que la escena está segura, sin otras amenazas, como tráfico, fuego y otras amenazas a la seguridad del del enfermo y la tuya propia.
El segundo principio, notificar, aborda la necesidad de notificar a los servicios de emergencia lo antes posible. En el proceso de notificación, uno debe describir la ubicación, el estado de la víctima y la emergencia en una descripción clara y breve. El propósito de hacer esto es permitir a los servicios llegar al lugar con el equipo requerido para proporcionar una respuesta efectiva. Tenemos que entender que los servicios de emergencia no son infinitos, por lo que si se dan indicaciones erróneas, los servicios médicos podrían acudir con más recursos de los necesarios, recursos que pueden necesitar en otra zona de la ciudad. Y del mismo modo al revés, no explicar bien la situación puede hacer entender a los servicios de emergencia que la urgencia no es tal, y destinar pocos recursos para socorrer a esa persona.
Finalmente, el principio del socorro exige que uno administre primeros auxilios hasta que llegue ayuda médica adecuada. Aquí es donde se justifica la necesidad de formación y conocimientos en primeros auxilios. Lo que se realiza en los primeros minutos a menudo puede ser decisivo en el pronóstico para la persona lesionada.
Entre todas las técnicas básicas de primeros auxilios, la reanimación cardiopulmonar (RCP) es la más importante. Se realiza en alguien que ha dejado de respirar o cuyo pulso ha cesado, lo que usualmente significa que ha tenido un ataque cardíaco. La reanimación cardiopulmonar es un procedimiento de compresiones torácicas y respiraciones boca a boca para mantener el flujo sanguíneo y la ventilación de una persona con vida hasta que llegue la ayuda médica. Actualmente, la relación es de 30 compresiones torácicas a 2 ventilaciones, y así sucesivamente hasta que el paciente respire o llegue el soporte vital profesional. La RCP se puede realizar de manera efectiva para prevenir el daño cerebral catastrófico y para mantener al paciente con vida durante el período de tiempo más crítico.
Otra técnica es la maniobra de Heimlich, que se utiliza en caso de atragantamiento, es decir, cuando algún objeto, dentro de un ser humano, bloquea sus vías respiratorias. Esta podría ser una situación de vida o muerte, ya que los bloqueos de las vías respiratorias pueden causar asfixia en tan solo unos segundos. La maniobra de Heimlich es pararse en la parte posterior de la persona, rodearlos con los brazos, poner un puño cerrado justo por encima del ombligo y hacer compresiones bruscas hacia adentro y hacia arriba. Esto coloca una presión en el diafragma con suerte forzando el objeto que está obstruyendo las vías respiratorias a salir.
El tratamiento de heridas y hemorragias es otra rama importante de los primeros auxilios. Una vez que una persona está herida con un corte o una laceración, los dos principales problemas a abordar son parar el sangrado y prevenir las infecciones en el área. La mejor manera de detener el sangrado es aplicar presión directamente sobre el tejido circundante con un trapo limpio. En caso de que el sangrado sea severo, se debe mantener la parte elevada a un nivel por encima del corazón para disminuir el flujo sanguíneo en esa parte. En segundo lugar, si la herida es profunda o la sangre no se detiene, se debe seguir aplicando presión hasta que se reciba atención médica. No toque la herida con las manos no limpias o vierta sustancias no esterilizadas sobre la herida, ya que puede infectarse. Por supuesto, si no se consigue detener el sangrado, se puede aplicar un torniquete, que es una técnica que consiste en anudar algún tipo de tela por encima de la zona herida, con el objetivo de detener la presión sanguínea y así hacer que la sangre no llegue hasta esa zona.
Las quemaduras son otro tipo de lesión común en la que los primeros auxilios deben ser aplicados correctamente y lo más rápido posible. Las quemaduras pueden ser causadas por calor, sustancias químicas, electricidad o radiación, y el tratamiento inmediato de las quemaduras es una de las principales prioridades para disminuir el daño y para el control del dolor. El primer paso en el tratamiento de una quemadura es lavar el área quemada con agua fría corriente durante al menos 10 minutos. Esto enfría la piel y detiene el avance de la quemadura. Es importante no poner ninguna crema, ungüento o aceite en la quemadura, ya que puede empeorar la herida o interferir con el tratamiento de la quemadura una vez que se recibe atención médica adecuada. Una ampolla no debe ser pinchada ya que es una capa biológica natural que protege la herida de la infección.
Finalmente, en caso de desmayo, cuando que una persona queda inconsciente por un corto período de tiempo, típicamente por un flujo sanguíneo inadecuado al cerebro, colóquela en posición lateral de seguridad (PLS), siempre que no se haya golpeado contra el suelo y pueda tener lesiones. Primero, retira las gafas y los objetos de los bolsillos, como el móvil o las llaves, y afloje cualquier prenda que pueda limitar la respiración. Colóquese en el lado elegido para el volteo y pongael brazo de la víctima más cercano a usted en ángulo recto, con la mano orientada hacia la cabeza, mientras que el otro brazo debe dirigirse hacia ti. A continuación, eleva la rodilla del lado más alejado , colocándola en ángulo con el pie apoyado en el suelo. Con una mano sobre el hombro más alejado y la otra en el pliegue de la rodilla, tira con firmeza y lentamente hacia ti, haciendo rodar a la víctima hasta la posición deseada. Finalmente, recoloca la mano debajo de la mejilla y asegure la pierna flexionada para evitar que se voltee hacia abajo.