El coronavirus ha emergido en nuestra sociedad dando lugar a la pandemia más importante de cuantas se han sucedido a lo largo de la historia. Un virus desconocido e impredecible que ha adquirido un protagonismo que nadie hubiera creído ni querido, pero lo cierto es que ha impactado en nuestras vidas de forma muy significativa y que, a pesar de él y con él, al menos hasta que no se encuentre la vacuna, tendremos que reponernos y seguir viviendo.
Se trata de un virus con consecuencias no sólo sanitarias, también económicas y sociales.
Hemos superado crisis económicas, algunas muy recientes, aunque esa doble variable de desconocimiento e incertidumbre confiere a la situación actual peculiaridades que la hacen distinta a todas las demás. En cualquier caso, salimos de las crisis anteriores y también saldremos de ésta.
Se abre un nuevo horizonte que exige adaptación para afrontar con garantías de éxito la recuperación en esta fase de transición a la denominada “nueva normalidad”.
Son muchas las dudas que se plantean para el conjunto de la ciudadanía y, especialmente, para los sectores empresariales cuya actividad está basada en el contacto y trato directo con el consumidor, con su cliente.
Nuevos escenarios, nuevas normas, cambios en las prioridades de los clientes, que exigen adaptar el modelo de negocio, las formas de ser y hacer las cosas a esta nueva realidad.
La resiliencia tiene que erigirse, una vez más, en guía de cada uno de los pasos que se vayan dando, por desconocidos o inciertos que sean.
Las crisis se convierten en oportunidades. Hay que aprender de todo lo que nos ha pasado porque eso nos hace más fuertes de cara a la situación actual y futura. ¿Incertidumbre? Sí, pero también oportunidad.
Tenemos que estar atentos a todos los indicadores y a todos los prismas que nos muestra esta pandemia porque nos arrojarán luz sobre las acciones que debemos acometer para afrontarla y superarla, para minimizar al máximo las pérdidas y optimizar, también al máximo, los generadores de ganancia.
Ahora más que nunca, la seguridad adquiere un protagonismo destacado entre las prioridades de clientes y consumidores. La seguridad ya no es sólo una recomendación, es una exigencia y un requisito sine qua non para la adaptación y la superación de esta situación.
La reapertura y funcionamiento de establecimientos comerciales debe producirse con las máximas garantías de seguridad, para los trabajadores, clientes, instalaciones y productos, avalando el cumplimiento de formación, protocolos, procedimientos y medidas de seguridad necesarias para ello por parte de la empresa.
Se hace necesario actualizar, replantear y reforzar las medidas, protocolos y procedimientos de seguridad. Estar muy atentos a la nueva y cambiante normativa aprobada al respecto. La formación en prevención de los trabajadores es más importante que nunca en aras a conseguir que su trabajo sea seguro frente al Covid y añada ese plus de seguridad al servicio y producto que ofrecen a sus clientes.
La seguridad deberá ligarse a la imagen de marca de toda empresa que quiera afrontar con éxito este tránsito.
Hay que volver a captar clientes, los habituales y los nuevos. Hay que ponerse en sus zapatos para saber qué necesitan, cuáles son sus prioridades y exigencias. El cliente que acceda a un establecimiento buscará, por encima de todo, seguridad en su actividad como consumidor: seguridad sanitaria, seguridad higiénica y seguridad física. Querrá información transparente y rigurosa de las medidas y acciones llevadas a cabo para garantizarla y ésta, será decisiva para tomar la decisión de acceder o no, de consumir o no el producto o servicio que ofrezca.
Seguridad más necesaria, valorada y requerida que nunca. Una pieza clave para despejar el camino de escalada a la recuperación. Más seguros es, en estos momentos, sinónimo de mejor preparados para conseguirlo.
“La seguridad no es cara, es inestimable”
Jerry Smith