El rol del perro guardián en la seguridad privada

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Cuando se habla de perros en temas de seguridad, normalmente el imaginario colectivo acude a la figura del perro policía, aquellos perros que te encuentras en el aeropuerto junto a un policía o el recuerdo del mítico Rex, el pastor alemán de la serie de televisión. Sin embargo, los perros adiestrados en materia de seguridad no son exclusivos de los cuerpos y fuerzas de seguridad del estado, sino que tienen una gran importancia dentro del sector de la seguridad privada.

Los perros de seguridad son adiestrados para identificar posibles amenazas y notificar a sus dueños mediante ladridos y gruñidos. Este método resulta altamente efectivo para salvaguardar tanto a la familia como a los bienes, ya que los ladridos constituyen una eficaz forma de disuasión contra posibles intrusos. Además, estos perros son capaces de detectar la presencia de intrusos y alertar a sus dueños mediante sus ladridos.

Los perros desempeñan una función complementaria esencial en el ámbito de la seguridad y la vigilancia. Con sentidos de la vista y el olfato mucho más agudos que los humanos, su presencia en este ámbito resulta altamente exitosa. Gracias al desarrollo superior de sus sentidos, los perros tienen la capacidad de anticiparse a posibles peligros. Su habilidad para ver u oler a largas distancias, incluso en condiciones de escasa iluminación, les permite emitir señales de alerta a los profesionales de seguridad. Esto posibilita que los expertos adviertan con antelación la existencia de situaciones de riesgo.

Un aspecto a considerar son las políticas gubernamentales vigentes en cuanto a los derechos humanos en todo el mundo, que promueven el uso de armas «no letales». Estas armas comprenden aquellas capaces de prevenir, detectar, impedir o repeler el uso de medios mortales, minimizando al máximo las fatalidades. Desde todas las perspectivas, los perros entrenados como centinelas cumplen plenamente con esta definición. Es relevante destacar que la distinción entre los perros centinelas de épocas anteriores y los actuales radica en que el entrenamiento de estos últimos les permite mostrar una mayor tolerancia hacia las personas, reduciendo o prácticamente eliminando el riesgo de agresiones y ataques descontrolados. De esta manera, pueden prestar servicios en diversas áreas como zonas residenciales, escuelas, centros comerciales, accesos controlados y áreas industriales, entre otros.

En el caso de la detección de explosivos y narcóticos, se busca potenciar el agudo sentido del olfato de los perros. Tal y como explican los adiestradores de perros, se establece una asociación con un olor específico. Durante la fase de entrenamiento, el animal aprende a reconocer ese olor, y cuando lo identifica, se le recompensa con un juguete. Esta recompensa refuerza la comprensión del perro de que la sustancia significa que encontrará algo para jugar. Además, se le enseña a indicar cuando ha detectado la sustancia, a menudo mediante señales como sentarse o ladrar.

En el ámbito de la seguridad, la selección del perro se centra en el temperamento heredado de sus padres, lo que influye en su capacidad para soportar las exigencias del trabajo. Este programa de entrenamiento está dirigido a perros jóvenes, normalmente a partir de los 18 meses de edad, y estimula la atención durante la adolescencia.

Para realizar sus tareas de seguridad, los perros deben mantener la calma, tolerar la presión laboral y mostrar interés en cooperar. Es importante que disfruten de su trabajo, que sean buenos recuperando cosas, que no tengan miedo de la gente y que tengan buen olfato. En conclusión, a  la hora de seleccionar perros para vigilancia y detección, hay que tener en cuenta no sólo la predisposición genética, sino también ciertos aspectos  como el equilibrio emocional o la ética de trabajo. 

La regulación existente no ha ayudado a que el sector de la seguridad privada aproveche más al perro guardián como un elemento útil. De hecho, la actual ley 5/2014 no hace referencia a los distintos tipos de trabajos que puedan realizar los perros guardianes, y únicamente se hace referencia a estos animales en el reglamento de seguridad privada.

El texto establece directrices detalladas para la incorporación de animales en los servicios de seguridad privada de vigilancia y protección. En primer lugar, se autoriza el uso de perros debidamente adiestrados, formando equipos guía-perro. Se exige que el personal de seguridad tenga la formación necesaria, y los perros deben estar completamente adiestrados y cumplir con requisitos sanitarios, incluyendo identificación. Además, se enfatiza que el personal que realiza la función de guía canino debe llevar consigo la documentación correspondiente durante la prestación del servicio. En el caso de emplear otros animales de apoyo, se establece que deben cumplir con requisitos de control sanitario y ser utilizados de manera que no generen percepciones de amenaza para las personas.

Por último, se prohíbe el uso de animales no adiestrados en los servicios de seguridad privada, y se destaca la restricción de dejar a los animales solos o sueltos en los lugares objeto de vigilancia y protección. En resumen, se establecen criterios específicos para garantizar un uso seguro y regulado de animales en el ámbito de la seguridad privada.

El origen de los perros guardianes

Determinar el primer perro guardián resulta difícil, pero según la Enciclopedia Británica Online, los primeros caninos entrenados para funciones policiales surgieron en el siglo XX en Gante, Bélgica, extendiéndose luego a otros lugares. Países como Hungría, Austria, Alemania y Francia reconocieron el potencial de estos animales en la seguridad, especialmente la aplicación de la ley alemana, que ya en 1911 contaba con entre cuatrocientas y quinientas estaciones de policía equipadas con perros especialmente entrenados. Aunque los ingleses experimentaron con el uso de perros como ayudantes policiales desde el siglo XIX, permitiendo su presencia en patrullas y empleando sabuesos en la búsqueda de Jack el Destripador en 1888, los esfuerzos formales para desarrollar un cuerpo canino permanecieron en segundo plano hasta el próximo siglo.

El éxito en el uso de perros continuó con la Fuerza Policial Continental en las décadas de 1920 y 1930, generando interés en el Ministerio del Interior de Gran Bretaña. Según el Departamento Metropolitano de Policía de Londres, en 1938, se introdujeron oficialmente dos perros labradores especialmente entrenados para acompañar a la policía en sus operativos en el sur de Londres.

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