Joan Pujol, alías Garbo

El espía doble Garbo

Durante décadas, Hollywood y el cine inglés han copado las pantallas de espías, agentes dobles y similares, han tratado la segunda guerra mundial de mil formas y se han estrenado obras de prácticamente todos los involucrados en el conflicto. Pero existe un hombre sin cuyo trabajo hubiese sido imposible realizar el desembarco de Normandía. El mayor agente doble de la historia es español y se le conoció como Garbo, aunque su nombre real fuese Joan Pujol.

Nacido en Barcelona en el año 1912, Garbo pasó todo tipo de aventuras hasta conseguir ser un agente doble de Alemania e Inglaterra. Tras pasar unos años en un internado, Garbo no era el prototipo del típico espía. De hecho, tal y como narró él mismo, pocas cosas le resultaron más desagradables que realizar el servicio militar obligatorio. Además, resultó que tampoco expresó especial gusto por los estudios. Si no hubiese sido por la guerra civil, este catalán probablemente nunca hubiera salido de Barcelona, y hubiese dedicado toda la vida a cuidar pollos, que era su trabajo y para lo que se había formado.

Sin embargo, llegó la guerra y él se negó a participar de ella, por lo que fue acusado de desertor. Por culpa de esto, se vio obligado, como el personaje de Adrien Brody en la conocida película ‘El Pianista’, a esconderse en un piso, primero con una familia y después completamente solo. Su única interacción humana era la de una chica que le llevaba comida tres veces por semana. Llegó a perder 20 kilos y estaba sumido en la desesperación, hasta que esta mujer le consiguió unos falsos documentos de identidad con una edad superior, lo que le eximía de unirse al frente.

Durante los siguientes meses, encontró trabajo en una granja de pollos, pero rapidamente entendió que ese negocio tenía poco futuro. Su objetivo era escapar un día, cruzar la frontera con Francia y olvidarse de ese conflicto. Pero antes de poder hacerlo, un grupo de personas que tuvieron la misma idea que él fueron detenidos, por lo que no se atrevió a hacerlo.

Así, su decisión cambió, y decidió unirse a los republicanos con el único objetivo de desertar y unirse al otro bando, ya que pensaba que estos si le dejarían vivir su vida. Tras una trepidante escapada, evitando los disparos republicanos por poco, acabó llegando al frente nacional, los cuales lo encarcelaron hasta que un cura consiguió su liberación. Sobrevivió a la Guerra Civil perteneciendo a los dos frentes y sin disparar ni una bala.

Aunque él siempre se había considerado apolítico, al comenzar la Segunda Guerra Mundial desarrolló un profundo odio al nazismo. Tras trabajar en un hotel, consiguió un pasaporte hacia Portugal, y decidió que era el momento de ayudar a derrotar a Alemania. Primero, intentó sin éxito que los ingleses le reclutasen como espía. Al no conseguirlo, cambió de plan, y buscó unirse al ejército alemán con el objetivo de ganarse su confianza y acabar siendo un agente doble. Y vaya si lo consiguió. 

Tras sus primeras reuniones con los alemanes, consiguió convencerles para que le contratasen explicando que podía conseguir un visado para Londres y que ahí obtendría la información. Sin embargo, la realidad era que el único visado que podía conseguir era el de Portugal, a donde se trasladó con la idea de intentar conseguir la manera de viajar a Reino Unido desde allí. Cuando estaba a punto de rendirse, encontró la manera de engañar a Alemanía. 

Conoció a un diplomático, se hizo amigo suyo y empezó a alternar con él. Un día, poniendo de excusa que se encontraba mal, volvió al hotel y se coló en su habitación para fotografiar el visado de este hombre. En Lisboa, encargó dos ampliaciones de la fotografía, recortó el escudo de España de una de ellas y lo llevó a un fabricante de grabados para tener una plancha de metal con ese escudo. En otro lugar, encargó un sello idéntico y con ello, creó un visado falso. A su vuelta a Madrid, lo enseñó a los alemanes y picaron: le entregaron una botella de tinta invisible, códigos y tres mil dólares. Ya era un espía nazi.

Sin embargo, una vez que te conviertes en espía, necesitas tener información para entregar. Para empezar, necesitaba seguir engañando a los alemanes, ya que estaba en Lisboa pero tenía que parecer que estaba en Londres. Con un catálogo sobre trenes mentía acerca de los que cogía, aprovechando que salía el precio. Y ahí fue cuando creó al primer agente falso de los 27 que llegó a crear. Un piloto holandés que llevaría su correspondencia al banco de Lisboa para desde allí enviarla a los alemanes. Así podía evitar que las cartas tuvieran el franqueo británico, algo imposible al no estar allí.

Red de espías falsos de Garbo

Pese a que hasta ese momento su plan había funcionado, en cualquier momento le podrían haber descubierto, pero tuvo la pizca de suerte necesaria para que su engaño saliese adelante. Empezó a inventar informaciones, con cuidado de que no fuesen muy evidentes, para no descubrir su tapadera. En su tercer mensaje, se le ocurrió decir que unos buques ingleses irían a Malta, y la casualidad es que realmente lo hicieron. Tras ese afortunado acierto, los americanos por fin descubrieron a Garbo, se pusieron en contacto con él y pasó a ser un agente doble.

Tras entablar contacto, finalmente partió hacia Inglaterra. Allí, empezó a suministrar información real a los alemanes, pero nunca demasiado comprometedora. Así, empezó a ganar una gran fama en el ejército alemán, ya que lo consideraban una pieza clave. En ese tiempo continuó creando sus falsos agentes y jugando a dos bandas. De esta manera surgió el nombre de Garbo, en honor a la actriz Greta Garbo, haciendo el paralelismo de lo buen actor que era. Sus historias eran tan elaboradas para no ser descubierto, que en un momento se le ocurrió que uno de sus agentes había fallecido. Incluso, publicó una esquela en los periódicos de parte de una falsa viuda, y era esta red de espías tan importante para Alemania que incluso los nazis estuvieron pagando una pensión a esa viuda falsa.

Uno de los mayores logros de Garbo fue evitar que muchas bombas cayeran en lugares muy habitados. Los alemanes no tenían forma de saber exactamente donde caían las bombas, así que le pedían a Garbo el lugar donde caían. Este les enviaba información falsa para asegurarse que las bombas cayesen a las afueras de Londres.

Pero sin duda, el mayor éxito de este agente doble fue la Operación Fortitude. El espía inventó incluso un ejército que nunca llegó a existir, haciendo creer a los alemanes que estos soldados estaban en un punto muy alejado de donde se iba a realizar el desembarco, para que sus tropas estuviesen alejadas del verdadero lugar del enfrentamiento. Así, Garbo pudo lanzar este mensaje: que este falso ejército no se había movido del sureste de Inglaterra y que el desembarco en Normandía era una táctica de distracción ante el verdadero desembarco que sería en Calais.

Los nazis jamás descubrieron a Garbo, hasta el punto de que después de la guerra llegaron a contactar para posibles nuevos trabajos. Garbo es el único espía en conseguir medallas al mérito por parte de dos países en guerra. Recibió la Cruz de Hierro por parte de los nazis y fue nombrado miembro de la orden del Imperio Británico.

Tal fue su compromiso por su coartada, y preocupado por las posibles represalias nazis si algún día se enteraban, que fingió su propia muerte en 1949, en Angola. Ni siquiera sus hijos y su ex-esposa sabían que seguía vivo. Con las ganancias conseguidas tras la guerra, Joan Pujol dejó el espionaje y se mudo a Venezuela, donde vivió escondido hasta que en 1984, el historiador Nigel West lo encontró, convenciéndole de volver a Europa y contar su historia. Tras 36 años se reunió de nuevo con sus hijos españoles. En el año 1988 falleció en Caracas, sin recibir ningún homenaje, ni en Venezuela, ni en Gran Bretaña ni en España.

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