Agresiones al personal del transporte sanitario.

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Agresiones al personal del transporte sanitario.

“Entre los posibles efectos indirectos de la globalización se encuentran la intensificación del trabajo, la inseguridad laboral y la reducción de la autonomía. La “terciarización”, esto es, el aumento del trabajo en el sector de los servicios, ha dado lugar a más «trabajo emocional», que se asocia con un mayor riesgo de violencia y acoso”.

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La expansión que el sector servicios está teniendo sobre el sistema económico es una de las características diferenciales de la sociedad actual. Esto implica que cada día más personas se ven inmersas en interacciones personales en su actividad laboral. Interacciones para las que han de poseer unas competencias emocionales determinadas En este contexto, el trabajo emocional está convirtiéndose en frecuente objeto de estudio, entendido éste como el esfuerzo de control de emociones que tiene que hacer el empleado para atender las demandas de su trabajo (generalmente de cara al público).

La violencia en el trabajo es probablemente el más significativo y más grave de los riesgos a los que se expone el personal sanitario.

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La víctima pierde confianza, baja su autoestima y se siente humillada. La violencia en el lugar de trabajo es una preocupación prioritaria a nivel mundial. En el ámbito sanitario estas agresiones se han convertido en un problema de salud pública, que puede afectar de forma severa a la eficiencia de las organizaciones sanitarias.

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Personal de las ambulancias

Una búsqueda no exhaustiva en internet deja bien claro que las agresiones al personal del transporte sanitario, es decir, a los Técnicos de Emergencias Sanitarias fundamentalmente, se van incrementando sin que al menos en apariencia esto tenga la más mínima importancia. Sin ir más lejos, el pasado julio, se produjeron dos agresiones en Álava: una, con un cuchillo, en el domicilio particular de una paciente, otra en plena vía pública -empujones, patadas e insultos-. Según el comunicado del Comité de Empresa en ambas “se ha dado la circunstancia de que estas profesionales tuvieron que acceder a unas zonas y tipo de emergencia de alto riesgo de poder sufrir agresiones sin presencia policial«.

En los últimos años han existido bastantes casos:

Entre otros problemas se da la circunstancia de que en la gran mayoría de casos estos trabajadores pertenecen a empresas privadas que prestan el servicio de transporte sanitario para servicios sanitarios públicos y privados. Al no ser funcionarios no tienen la consideración de autoridad sanitaria por lo que no es de aplicación el artículo 550.1. del Código Penal: “Son reos de atentado los que agredieren o, con intimidación grave o violencia, opusieren resistencia grave a la autoridad, a sus agentes o funcionarios públicos, o los acometieren, cuando se hallen en el ejercicio de las funciones de sus cargos o con ocasión de ellas. En todo caso, se considerarán actos de atentado los cometidos contra los funcionarios docentes o sanitarios que se hallen en el ejercicio de las funciones propias de su cargo, o con ocasión de ellas”. Es decir, el nivel de protección jurídica es manifiestamente mejorable.

No mejora el asunto el hecho de que las estadísticas sobre agresiones a personal sanitario no recojan de forma específica las agresiones que sufre el personal de las ambulancias.

Estamos ante un problema muy real que no es, desde luego, exclusivo de España y que excede el mero ámbito de la Prevención de Riesgos Laborales. Se impone la tarea de investigar causas y factores que inciden en la generación de situaciones de agresividad para identificar así las situaciones de riesgo potencial, independientemente de la titularidad (pública o privada) del centro de trabajo, ante situaciones de violencia externa acaecidas durante o como consecuencia del ejercicio de sus funciones.

En este ámbito, como en tantos otros, el compromiso a nivel directivo es el principal factor impulsor de la gestión de riesgos. En otros sectores el compromiso de la Dirección se ha plasmado en la constitución de Departamentos de Seguridad, que tendrán al frente a profesionales capacitados y habilitados para llevar adelante el análisis y evaluación de riesgos, entre ellos el de agresión, para, a partir de los resultados, tomar las medidas adecuadas y proporcionales para la protección de su personal. Y, por supuesto, no puede faltar una formación adecuada para los trabajadores susceptibles de sufrir estas violencias; formación que debe estar en la línea de la gestión de conflictos y la gestión emocional.

 

Ricardo Vidal

Director de Seguridad Dpto. nº 967

Coordinador Nacional para la Protección de Infraestructuras Críticas

de la Asociación Nacional de Directores de Seguridad Siglo XXI

Miembro de Observatorio Nacional OSIC

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