La reciente DANA (Depresión Aislada en Niveles Altos) que ha golpeado la Comunidad Valenciana ha sido calificada como una de las peores de este siglo, con registros de lluvia que han batido récords y efectos devastadores en infraestructura y vidas humanas. Los efectos de este fenómeno se han concentrado en los pueblos cercanos a la ciudad de Valencia, especialmente en localidades como Chiva, donde se acumularon más de 490 litros por metro cuadrado en tan solo ocho horas, alcanzando picos de 160 litros en una hora. Estos datos, proporcionados por la Agencia Estatal de Meteorología (AEMET), representan las precipitaciones más intensas en un solo día desde el episodio de gota fría de 1996 en Tavernes de la Valldigna, en el que se acumularon 520 litros por metro cuadrado.
La AEMET ha descrito esta DANA como el evento meteorológico más grave en la Comunidad Valenciana en las últimas cuatro décadas, superando a episodios históricos como la pantanada de Tous de 1982 y el temporal de 1987. Este fenómeno ha sido descrito por el meteorólogo y geógrafo Rafael Armengot como una «concentración de trenes de tormentas» sobre las cuencas de los ríos Magro y Turia y la rambla del Poyo. Los trenes de tormentas funcionan como «vagones» que descargan repetidamente sobre una misma área, lo que resulta en acumulaciones de lluvia excepcionales en un corto periodo. En esta ocasión, la tormenta se formó entre las montañas de Alzira y el Mondúver, una zona que facilita el nacimiento de sistemas convectivos de este tipo, y se alineó con la cuenca del río Magro. De esta manera, las lluvias golpearon repetidamente el mismo lugar, elevando el nivel del río Magro y causando desbordamientos que inundaron áreas densamente pobladas y paralizaron las infraestructuras de comunicación.
A pesar de la gravedad del fenómeno, la respuesta de los sistemas de emergencia ha sido objeto de críticas. La alerta de Protección Civil, que pedía a la población no salir de sus hogares, llegó apenas a las 20:15 horas del martes, cuando cientos de personas ya estaban atrapadas en carreteras y polígonos industriales. Esta demora en la comunicación masiva ha sido cuestionada, especialmente desde el ámbito político. Mientras que el PSPV-PSOE lamentó la falta de reacción temprana por parte del Gobierno valenciano, desde Compromís se señaló que este no era el momento para exigir responsabilidades políticas, aunque hizo alusión a una «falta de actuación» por parte de la Generalitat.
El Centro de Coordinación de Emergencias de la Generalitat (CECOPI), órgano encargado de coordinar todos los cuerpos de emergencias, no se convocó hasta las 17:00 horas del martes, cuando muchas localidades ya estaban completamente inundadas. Esta situación dejó a cientos de personas expuestas a condiciones peligrosas sin una guía de seguridad clara, lo que ha resaltado las posibles deficiencias en la preparación y coordinación para enfrentar este tipo de eventos climáticos extremos.
Las temperaturas del Mediterráneo, cada vez más elevadas, han sido un factor determinante en la magnitud de esta DANA, según detallan los expertos. El climatólogo Jorge Olcina explica que estas temperaturas contribuyen a la formación de tormentas enérgicas que descargan intensamente en poco tiempo. Esta transferencia de energía al sistema nuboso es uno de los efectos del cambio climático, que está potenciando la frecuencia y severidad de estos fenómenos en la cuenca mediterránea. De hecho, según Olcina, las DANAs en el litoral mediterráneo se han convertido en el fenómeno meteorológico más peligroso para España, con un potencial destructivo comparable al de huracanes en otras regiones del mundo.
Las lluvias de esta DANA han afectado especialmente a las localidades en la provincia de Valencia. En Chiva, Chera, Cheste, Buñol, Turís y Pedralba, las precipitaciones alcanzaron entre 400 y 500 litros por metro cuadrado en pocas horas, dejando tras de sí daños materiales incalculables. Además, el embalse de Forata y el río Magro experimentaron caudales alarmantes, con registros de hasta 1.000 metros cúbicos por segundo en ciertos puntos, lo que obligó a la Unidad Militar de Emergencias (UME) a intervenir para mitigar los daños y asistir a la población en las zonas más afectadas.
El milagro de la presa de Forata
Inamovibles, firmes ante el implacable avance de la DANA, los antiguos embalses de la Comunidad Valenciana se convirtieron en la última defensa frente a una catástrofe sin precedentes. Cuando el cielo se desplomó sobre la región, fueron esas construcciones de piedra y concreto —levantadas hace décadas por visionarios de la ingeniería hidráulica— las que enfrentaron la furia desbordada del agua. Forata, Loriguilla, La Toba, y otros colosos de la ingeniería se erigieron como verdaderos gigantes, aguantando cada litro que el temporal descargaba con furia. En sus cámaras de control, los técnicos monitoreaban milimétricamente las cifras, decididos a evitar un desbordamiento fatal. Ellos, junto con sus creaciones, salvaron vidas.
El caso de Forata es ejemplar. Este embalse, levantado bajo la dirección del ingeniero Vicente Botella Torregrosa y culminado en 1969, a las 17:55 del 29 de octubre acumulaba ya 30,74 hectómetros cúbicos tras horas de lluvias torrenciales, alcanzando niveles de llenado históricos. Con un ritmo de entrada de hasta dos millones de litros por segundo, el embalse rozó su límite de 37 hectómetros cúbicos a las 19 horas, una cifra que superaría hasta llegar a los 37,30 durante la madrugada del 30 de octubre. Este margen de seguridad fue clave para evitar un desbordamiento, un pequeño milagro logrado por la previsión estructural de la obra y la experticia de sus operadores.
La presión social no fue menor que la del agua. A medida que la situación empeoraba, las redes sociales se llenaban de angustia, agravada por un mensaje falso sobre la apertura inminente de las compuertas de Forata que, presuntamente, inundaría los ríos Magro y Mijares. La Confederación Hidrográfica del Júcar tuvo que desmentirlo rápidamente, mientras los técnicos mantenían el flujo controlado, ajustando los vertidos con precisión. Las autoridades, encabezadas por el presidente de la Generalitat Valenciana, Carlos Mazón, transmitieron calma en un momento en que el embalse evacuaba un caudal de 900 metros cúbicos por segundo.
Forata no fue la única presa que resistió el embate de la tormenta. Otros embalses, como el de Buseo, que rebasó incluso el 100% de su capacidad, también fueron determinantes. La Toba, Loriguilla, María Cristina, Sichar y Regajo experimentaron subidas de caudal alarmantes, soportando una presión excepcional sin ceder. El embalse de Buseo, por ejemplo, pasó de 0,77 hectómetros cúbicos al 113,86% de su capacidad, una proeza técnica y humana que evitó que las aguas arrasaran la zona.
Al cierre, el balance de esta DANA es trágico, con más de 90 fallecidos y decenas de desaparecidos. Sin embargo, el aguante de estos antiguos coloso y los héroes anónimos que estuvieron detrás de su gestión salvaron incontables vidas y evitaron una tragedia de dimensiones aún mayores.