La fase de crecimiento de un incendio es una etapa crucial en la que el fuego se expande y empieza a consumir más materiales combustibles, aumentando su intensidad y propagación. Después de la ignición inicial, el fuego comienza a ganar fuerza y se propaga más allá del punto de origen, afectando un área más amplia. Durante esta fase, el comportamiento del fuego se vuelve más dinámico y peligroso, ya que los materiales cercanos al foco inicial empiezan a arder.
En la fase de crecimiento, la temperatura en el área afectada empieza a elevarse considerablemente. Esto se debe a que el fuego genera una cantidad significativa de calor, lo que a su vez calienta los objetos y estructuras cercanas. Este calor adicional contribuye a la ignición de más materiales combustibles, alimentando así el crecimiento del incendio. La propagación del fuego se ve facilitada por la convección y la radiación del calor, lo que puede llevar a una rápida escalada de la situación.
Un signo distintivo de esta fase es el aumento de la visibilidad y la densidad del humo. A medida que más materiales arden, el humo producido se vuelve más denso y oscuro, y puede acumularse en la parte superior de la habitación o espacio, creando capas de gases calientes. Este humo no solo reduce la visibilidad, sino que también puede ser extremadamente tóxico, representando un peligro significativo para cualquier persona en las cercanías.
Las llamas también se vuelven más grandes y numerosas durante la fase de crecimiento. Inicialmente, pueden aparecer pequeñas y confinadas, pero a medida que el fuego se propaga, las llamas aumentan en tamaño y vigor, envolviendo objetos y superficies adicionales. La intensidad del calor se intensifica, irradiando desde el fuego hacia las áreas circundantes, lo que puede hacer que el ambiente sea extremadamente peligroso para los seres humanos y las estructuras.
Fase de flashover
La fase de flashover es una etapa crítica y extremadamente peligrosa en el desarrollo de un incendio, marcando un punto de transición rápida en el que las condiciones dentro de un espacio cerrado cambian drásticamente. Esta fase se caracteriza por la ignición casi simultánea de todos los materiales combustibles presentes en el entorno, lo que resulta en un aumento repentino y extremo de la intensidad del fuego.
Durante la fase de crecimiento, el fuego ha estado produciendo calor y gases calientes que se acumulan en la parte superior del espacio, formando una capa de gases inflamables. A medida que estos gases se calientan y alcanzan temperaturas elevadas, cualquier superficie combustible expuesta a este calor radiante también se calienta progresivamente. Eventualmente, todo el contenido del espacio alcanza una temperatura crítica, generalmente alrededor de 500°C a 600°C. En este punto, la energía radiante del fuego es suficiente para provocar la ignición casi instantánea de todos los materiales combustibles en el área.
El flashover se manifiesta con un aumento súbito en la temperatura y la intensidad del fuego, que puede parecer como si una ola de llamas envolviera todo el espacio en un instante. Las llamas, que antes eran localizadas y de menor tamaño, se expanden rápidamente para llenar la habitación o área afectada. Este fenómeno convierte un incendio que podría haber sido manejable en una situación extremadamente peligrosa y potencialmente mortal para cualquiera que se encuentre en las cercanías.
El humo, que ya era denso durante la fase de crecimiento, se vuelve aún más oscuro y tóxico. La rápida combustión de materiales libera grandes cantidades de gases peligrosos, como monóxido de carbono, que junto con el calor extremo, pueden resultar fatales. La visibilidad se reduce a cero y las condiciones se vuelven insoportables incluso para los bomberos equipados con equipo de protección personal.
Fase de incendio totalmente desarrollado
La fase de incendio totalmente desarrollado es el punto en el que el incendio alcanza su máxima intensidad y potencia destructiva. En esta etapa, el fuego ha consumido todo el material combustible disponible en el área afectada, y la temperatura es extremadamente alta en toda la estructura. Este estado del incendio se caracteriza por un comportamiento violento y agresivo, con llamas muy grandes y calor intenso, que pueden comprometer la integridad estructural de los edificios y representar un riesgo significativo para la vida humana.
Durante esta fase, el fuego se ha propagado completamente y abarca toda la extensión del área confinada, como una habitación o un edificio. Las llamas son muy grandes, visibles desde el exterior, y el calor es insoportable, irradiando intensamente en todas las direcciones. Las temperaturas pueden alcanzar varios cientos de grados Celsius, lo que convierte cualquier material combustible restante en cenizas y carbón. Este calor extremo también puede hacer que los materiales estructurales, como el acero y el concreto, pierdan su resistencia, aumentando el riesgo de colapso estructural.
El humo producido en esta fase es extremadamente denso y tóxico. La combustión completa de materiales sintéticos y naturales libera una gran cantidad de gases peligrosos, como monóxido de carbono, dióxido de carbono y cianuro de hidrógeno. Estos gases, combinados con la disminución del oxígeno en el área, crean un ambiente letal para cualquier persona que no haya evacuado. Además, la visibilidad es prácticamente nula debido a la densidad del humo, lo que dificulta las operaciones de rescate y extinción.
Fase de decrecimiento
a fase de decrecimiento de un incendio es la etapa final en el ciclo de vida del fuego, caracterizada por una disminución gradual en la intensidad de las llamas y una reducción significativa del calor generado. Durante esta fase, el material combustible disponible se ha consumido en gran medida, lo que provoca una reducción en la cantidad de energía liberada y, consecuentemente, una disminución en la propagación del incendio.
A medida que el incendio entra en la fase de decrecimiento, las llamas comienzan a disminuir en tamaño y número. El fuego pierde su fuerza a medida que los materiales combustibles se agotan y la cantidad de calor producida disminuye. La temperatura en el área afectada empieza a descender, lo que contribuye a la reducción de la intensidad del fuego. El ambiente, que previamente estaba dominado por calor extremo y llamas violentas, se vuelve progresivamente más frío y controlable.
El humo, que en fases anteriores del incendio era denso y tóxico, también disminuye en cantidad y densidad durante esta etapa. Aunque todavía puede haber humo residual, es menos voluminoso y menos peligroso, facilitando la visibilidad y mejorando las condiciones para los bomberos y los equipos de rescate. La calidad del aire mejora a medida que disminuyen los gases tóxicos producidos por la combustión.