La suerte de formar al vigilante de seguridad

He tenido la suerte, a lo largo de más de una veintena de años, de formar a personal de seguridad privada que presta servicios tan complejos como aquellos que se desarrollan en un metro.

“Los metros son ciudades dentro de ciudades”, por lo que en ellos tienen lugar todo tipo de actos contrarios a la seguridad, en esencia, los mismos que podemos encontrar en la superficie.

Más de 600 millones de viajeros al año en metro Madrid, más de 200 millones en metro Barcelona y cerca de 100 millones en metro Bilbao. Son cifras que ayudan a comprender la importancia de la seguridad preventiva y reactiva venida del sector de la seguridad privada, a través de vigilantes de seguridad, en este entorno.

A mi parecer, no se le concede al vigilante de seguridad privada que presta sus servicios en este medio de transporte la importancia que sin duda tiene, especialmente en la antesala al problema o a la necesidad de actuar.

El usuario del metro, en su gran mayoría, tiene cierta querencia al medio que le posibilita cumplir su agenda diaria, por lo que ese sentimiento de pertenencia al medio hace que el usuario lo cuide y evite causar males en él por regla general, y favorece así mismo, “sumar vigilantes ciudadanos” al cuerpo de seguridad privada, aumentando la colaboración con el personal de seguridad, especialmente en las fases de información sobre hechos que constituyan un peligro para ellos y para los demás. No son pocos los vídeos que podemos analizar en la red que dan fe de esta práctica natural de proteger ese entorno y de ayudar a que sea seguro.

La visibilidad del vigilante de seguridad en todos los espacios donde tiene lugar la actividad del transporte de un metro es sustancial para trasladar al usuario que la seguridad es importante para la entidad y que el personal de seguridad privada se ocupa de que así sea. Si preguntamos al personal de seguridad, a las empresas de seguridad o a los responsables de los departamentos de seguridad sobre si la dimensión, medios o presupuesto que manejan dedicado a la contratación de servicios y medios de seguridad privada es el deseado, seguramente a la práctica totalidad les parecería insuficiente. Sin embargo, pudiendo ser así, la astucia y habilidad de los actores intervinientes llevó en su día a incorporar el “pecking”, como fórmula que permite aumentar la visibilidad del vigilante de seguridad a través de la movilidad.

Ciertamente, esta técnica, que conviene para ganar visibilidad como decimos, no impide actos contrarios a la norma o a la seguridad al adolecer de puestos fijos permanentemente protegidos en sitios de interés.

Hay que entender que los metros, como cualquier otra empresa del tipo que sea, están “tocados” por un presupuesto y tienen como objetivo conceptual dar un servicio determinado. También, desde la perspectiva económica, ser rentable, por lo que el gasto y la inversión en seguridad, a los profesionales del sector, siempre nos va a parecer insuficiente en todos los casos.

Volviendo al titular de este breve artículo diré que en esos veinte años he tenido la suerte, a lo largo de diez, de formar a personal de seguridad privada que presta sus servicios en metro y he podido comprender las altísimas capacidades profesionales de las que disponen para poder realizar sus servicios en ese entorno complejo. Fácilmente, de los más de 10 mil alumnos con los que he podido compartir experiencias formativas puedo aseverar que se trata, para mí, del grupo de profesionales mejor instruidos en campos tan diversos como los relacionados con: las habilidades sociales, la gestión de conflictos, la interpretación del lenguaje no verbal, las técnicas de comunicación, las emergencias, las emergencias sanitarias, las actuaciones contra el fuego, las labores asistenciales ciudadanas, la prevención del riesgo terrorista y muchísimas otras.

He querido simplemente expresar por escrito mi agradecimiento a aquellos alumnos y vigilantes de seguridad que realizan su servicio en este tipo de transporte, por haber aprendido de ellos, al tiempo que me han permitido enseñarles o dotarles de herramientas formativas. Decir, de igual modo, que no es casual que últimamente aparezcan noticias positivas donde se dé brillo a su trabajo, como en el caso de Andrés Trujillo, vigilante en la estación de la Línea 3 de Metro Bilbao en Matiko, quien persiguió a un conductor que se daba a la fuga y que, al lado de Andrés, hay muchas y muchos otros vigilantes de seguridad privada en metro Bilbao y en otros metros que ayudan diariamente que millones de usuarios se sientan seguros.

Es también noticia el excelente trabajo de mi quinta, de 55 años, Anhay Brandy quien encontrándose en el control de accesos de una empresa municipal pudo asistir a una menor con un atragantamiento, pudiendo liberarle el obstáculo de su garganta evitando un mal mayor.

Son innumerables las actuaciones del personal de seguridad privada que merecen ser nombradas, y será desde este medio también una ocupación permanente el ponerlas en valor.

¡Enhorabuena y cuidaos!

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