Oleg Antonovich Gordievski nació el 10 de octubre de 1938 en Moscú, en el seno de una familia estrechamente vinculada a los servicios de inteligencia soviéticos. Su padre fue un oficial del NKVD, precursor del KGB, y su hermano mayor también se unió a las filas del espionaje soviético. La carrera de Oleg parecía predestinada. En 1963, Gordievski ingresó en la KGB, donde se destacó por su inteligencia y ambición. Inicialmente, fue un ferviente creyente en el comunismo, comprometido con la causa soviética.
En 1966, recién casado, Gordievski fue asignado a Dinamarca, trabajando bajo cobertura diplomática. Durante su estancia en Copenhague, experimentó una libertad desconocida en la Unión Soviética. Disfrutó de la literatura y música prohibidas en su país natal y comenzó a cuestionar las narrativas oficiales del régimen soviético. «Empecé a aprender la verdad sobre el mundo, sobre Europa, sobre la Unión Soviética… Comprendí que la vida en mi país no era una vida normal», recordaría más tarde.
El momento decisivo llegó en agosto de 1968, cuando los tanques soviéticos invadieron Checoslovaquia para aplastar la Primavera de Praga. Esta brutal represión de un movimiento de reforma pacífica despertó en Gordievski un profundo desprecio por el sistema comunista. Sin embargo, no fue hasta 1973, tras un segundo período en Dinamarca, que Gordievski estableció contacto con el MI6 británico. El servicio de inteligencia danés había sugerido al MI6 que Gordievski podría estar dispuesto a cambiar de bando, y en noviembre de 1973, el MI6 tomó la iniciativa. Durante los tres años siguientes, Gordievski proporcionó una cantidad y calidad de información sin precedentes, disipando cualquier duda sobre su lealtad a Occidente.
En 1978, cuando su misión en Dinamarca estaba llegando a su fin, también lo hacía su primer matrimonio. Gordievski se enamoró de Leila Aliyeva, cuyos padres trabajaban para la KGB. Se casaron y tuvieron dos hijas, pero Oleg mantuvo en secreto su doble vida. De vuelta en Moscú, el MI6 y Gordievski acordaron suspender todo contacto directo debido a la intensa vigilancia del KGB, aunque trazaron dos planes de emergencia: uno para transmitir información urgente y otro para facilitar su fuga si su vida corría peligro.
En 1982, para sorpresa del MI6, Gordievski solicitó un visado para el Reino Unido, habiendo sido designado como consejero en la embajada soviética en Londres. Su verdadero objetivo era supervisar el reclutamiento de agentes para la KGB. La información que proporcionó durante este período fue crucial. En noviembre de 1983, durante las maniobras de la OTAN conocidas como Able Archer, algunos líderes soviéticos interpretaron erróneamente estos ejercicios como el preludio de un ataque nuclear. La inteligencia aportada por Gordievski fue vital para que Occidente entendiera la gravedad del temor soviético, ayudando a evitar una posible escalada nuclear.
Sin embargo, Gordievski fue traicionado por Aldrich Ames, un oficial de la CIA que había comenzado a vender secretos a la KGB debido a problemas financieros. En abril de 1985, Ames reveló la identidad de varios espías occidentales, incluyendo Gordievski. En mayo de 1985, Gordievski fue llamado a Moscú de manera urgente. Al llegar, notó que alguien había entrado en su apartamento. Poco después, fue llevado a un bungaló donde fue interrogado bajo el efecto de drogas psicotrópicas. Aunque la KGB no tenía pruebas sólidas, intentaron que Gordievski se incriminara a sí mismo.
El 16 de julio de 1985, Gordievski activó el plan de fuga previamente acordado con el MI6, utilizando una bolsa de los supermercados Safeway como señal. El 19 de julio, durante su rutina matinal de trote, logró evadir a sus vigilantes y tomó un tren hacia Leningrado. Desde allí, llegó a la frontera finlandesa, donde fue escondido en el maletero de un coche diplomático británico y llevado a la neutral Finlandia. Luego voló a Noruega y finalmente al Reino Unido.
Gordievski se estableció en Gran Bretaña, pero su familia permaneció en la Unión Soviética durante seis años más. Finalmente, en 1991, la presión diplomática del gobierno británico y la intervención personal de la primera ministra Margaret Thatcher lograron que su esposa e hijas se reunieran con él. Sin embargo, el matrimonio no resistió las tensiones y se disolvió poco después. En Moscú, Gordievski fue juzgado en ausencia y condenado a muerte por traición, una sentencia que nunca ha sido revocada.
En el Reino Unido, Gordievski escribió numerosos libros sobre la KGB y el espionaje, y trabajó como asesor del gobierno británico. Se considera a sí mismo un británico, habiendo dejado atrás cualquier nostalgia por Rusia. A pesar de su éxito y reconocimiento, admite haber sentido una profunda soledad debido a su doble vida y las repercusiones de sus acciones. «Me sentí muy solo. ¡Ya lo creo que me sentí solo!», confesó, reflejando el sacrificio personal que conllevó su decisión.
La historia de Oleg Gordievski es una de las más notables de la Guerra Fría. Su valentía y compromiso con la verdad ayudaron a prevenir una posible guerra nuclear y proporcionaron una comprensión profunda de las operaciones del KGB. Su vida ejemplifica el costo personal del espionaje, así como el impacto significativo que un individuo puede tener en la historia mundial. Hoy, Gordievski es recordado como un héroe por muchos en Occidente, y su legado sigue siendo una fuente de estudio e inspiración en el mundo de la inteligencia.