En memoria del Inspector Jefe del Cuerpo Nacional de Policía, Juan Carlos Herranz
Han sido muchos años los que me he visto acompañado por la Unidad de Seguridad Privada y, por hacerlo nominativo, por el amigo Juan Carlos, quien supo llevar al terreno los principios que emanan de la ley de seguridad privada y de su reglamento, no siendo otros, que la permanente promoción de la comunión entre la seguridad pública y la privada y la importancia vital de la seguridad privada en la sociedad.
Juan Carlos fue, hasta hace unos días, un funcionario de vocación, con un amor declarado hacia su trabajo, cuya dedicación le hizo convertirse en un policía polivalente, altamente interesante para sus jefes. Quienes, confiados en su solidez profesional y horas de dedicación, le sumaron a su encargo principal diferentes encomiendas relacionadas con expedientes, extranjería y muchísimas otras.
La primera vez que conocí a Juan Carlos fue allá en los dos mil, cuando ejercía como director de seguridad de RIOJA SALUD. El amigo, inspector por aquél entonces, se presentó oficiosamente una mañana del frío invierno logroñés en el Hospital San Pedro para invitarme a un café y conocernos (nunca me dejó invitarle a un café y un pincho a lo largo de esos 25 años). La sonrisa de Juan Carlos era muy característica, cargada de verdad y rápidamente comprendí que me iba a acompañar en todas mis dudas, en todas las gestiones del departamento de seguridad.
Seguramente, ese uso inteligente de sus habilidades sociales le llevó a crear una red de amigos en el sector que no hizo sino revertir en la calidad de la seguridad, en los usuarios de servicios, en los prestadores y en los beneficiarios finales.
Juan Carlos demostró siempre un respeto hacia el sector de la seguridad privada, empresas y profesionales, tratándonos de iguales, sin demérito de corregir las malas prácticas con la firmeza necesaria.
Esta breve redacción no es tanto un artículo de opinión, sino un agradecimiento de corazón y “post mortem” a mi amigo Juan Carlos que, para mí, de entre todos los funcionarios relacionados con nuestro sector con los que he podido trabajar durante 30 años en toda España, ha sido el más honesto, el más trabajador, el más creativo y el más eficiente.
Gracias Juan Carlos por ayudarme en mi crecimiento y espero que allá en el cielo, donde no tengo dudas has llegado, tengas pinchos de ese chorizo que tanto disfrutabas, en una charla de amigos.
Descansa en paz.