La triple fuga de prisión de Pascal Payet

Imagen generada por inteligencia artificial
Desde la película de la Fuga de Alcatraz se han hecho numerosas obras abordando las fugas de prisiones, y son muchas las que se han quedado en el imaginario colectivo, tanto de casos reales, como el de la película mencionada, o inventados, como el de la serie Prison Break. Pero hay historias que, sin tener tanta notoriedad, son igual o más espectaculares que estas. Y ese es el caso del francés Pascal Payet, un ladrón de bancos que se ha llegado a fugar de tres prisiones en helicóptero.

La vida criminal de Payet comenzó con el robo de un camión blindado en 1997, durante el cual un guardia de seguridad fue asesinado. Fue condenado a 30 años de prisión por este delito, lo que normalmente supone el fin de estas historias. Sin embargo, en octubre de 2001, mientras cumplía condena en la prisión de Luynes, cerca de Marsella, Payet dio el primer golpe que marcaría el inicio de su leyenda.

El 12 de octubre de ese año, un helicóptero, secuestrado por cómplices de Payet, aterrizó en el patio de la prisión. La fuga fue rápida, precisa y bien organizada. Los guardias no tuvieron tiempo de reaccionar mientras Payet subía al helicóptero y desaparecía en el horizonte. Payet dejó al sistema penitenciario francés en ridículo. Pero la historia, que también podría haber finalizado aquí, no había hecho más que empezar.

Tras su fuga, Payet se mantuvo prófugo durante varios años. Las fuerzas de seguridad francesas lanzaron una búsqueda a nivel nacional e internacional, pero el fugitivo logró evadir a las autoridades hasta que finalmente fue atrapado en 2003. En lugar de resignarse a cumplir su condena tras haber sido arrestado nuevamente, Payet decidió llevar su audacia a otro nivel. Esta vez, no solo planeó otra fuga, sino que lo hizo como un rescate para otros prisioneros.

En abril de 2003, secuestró un segundo helicóptero, utilizando el mismo método que había empleado para escapar dos años antes. Esta vez, no fue para él, sino para liberar a tres compañeros que se encontraban en la misma prisión de Luynes. El plan fue ejecutado con una precisión milimétrica, y los tres prisioneros escaparon en el helicóptero.

Las autoridades francesas, alarmadas por la facilidad con la que Payet y sus cómplices habían logrado secuestrar helicópteros y utilizarlos para escapar, empezaron a revisar de manera exhaustiva sus protocolos de seguridad. La prisión de Luynes, en particular, implementó nuevas medidas para evitar que se repitieran estas fugas, pero ni aún así consiguieron frenar a Payet.

Cuatro años después, el 14 de julio de 2007, día de la fiesta nacional francesa, Payet protagonizó su fuga más espectacular. En esta ocasión, se encontraba encarcelado en la prisión de máxima seguridad de Grasse, en el sur de Francia. Las autoridades habían extremado las medidas para asegurarse de que no volviera a escapar, pero nuevamente, los cómplices de Payet secuestraron un helicóptero. Esta vez, los hombres enmascarados obligaron al piloto a volar hasta el techo de la prisión, donde Payet, que estaba esperando, fue rescatado en cuestión de minutos.

La fuga fue un golpe humillante para las autoridades, no solo por el nivel de organización que implicaba, sino por el simbolismo de que ocurriera en el día de la celebración nacional. La noticia acaparó los titulares en Francia y en el extranjero. En esta ocasión, Payet logró evadir a la justicia durante dos meses antes de ser atrapado en septiembre de 2007 en la región del Mediterráneo.

Las fugas de Pascal Payet tuvieron un profundo impacto en las políticas de seguridad penitenciaria en Francia. Las autoridades revisaron sus procedimientos para evitar que los helicópteros pudieran ser utilizados nuevamente como herramientas de escape. Se colocaron cables y redes en los techos de las prisiones, y se establecieron restricciones aéreas más estrictas en torno a las instalaciones penitenciarias de máxima seguridad. Estas medidas fueron implementadas no solo en Francia, sino que sirvieron como referencia para otros países europeos, preocupados por la posibilidad de que criminales imitaran las acciones de Payet.

Además de las consecuencias prácticas, las fugas de Payet también generaron un debate público sobre las vulnerabilidades del sistema penitenciario francés. Las investigaciones posteriores revelaron que Payet había contado con la ayuda tanto de cómplices externos como de colaboradores internos, lo que cuestionó la efectividad de las medidas de seguridad dentro de las cárceles. La capacidad de un prisionero para organizar fugas tan elaboradas desde dentro de la prisión mostró las grietas del sistema y puso en tela de juicio la forma en que se controlaba la comunicación y la influencia de los prisioneros con el mundo exterior.

De hecho, aunque Payet nunca ha explicado del todo como ejecutó todo en sus fugas, si que nos podemos hacer una idea de como lo hacía gracias a todo el trabajo de los investigadores que lo perseguían. En el centro de sus operaciones estaba una extensa red de contactos criminales fuera de la prisión, con quienes Payet se comunicaba a través de códigos ocultos en cartas aparentemente inofensivas y mensajes transmitidos por visitantes. Payet era un criminal peligroso, y como tal, sus fugas estaban financiadas gracias a la multitud de crímenes cometidos tanto antes de las fugas como después. Para conseguir los helicópteros solían utilizar empresas que los alquilaban. Tras una investigación de sus secuaces, el día de la fuga secuestraban tanto al helicóptero como al piloto, y lo obligan a participar en la operación.

Para que todos estos planes saliesen bien, Payet tuvo que investigar mucho dentro de cada prisión en la que estaba, para tratar de descubrir los agujeros de seguridad que hubiere. Como muchos criminales, Payet era un experto en la manipulación, por lo que conseguía sonsacar información a empleados de la prisión. Una vez fuera, el fugitivo contaba con una red de contactos que le aseguraba tener a su disposición una red de casas segura así como la disponibilidad de documentos falsos.

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