Clanes familiares en España y tráfico de drogas. Una aproximación criminológica (1ª Parte)

Clanes familiares en España y tráfico de drogas. (1ª Parte): El fenómeno de la criminalidad organizada se encuentra asentado en España desde hace ya décadas. Si uno echa la vista atrás, pueden encontrarse organizaciones y grupos ya desde los años 1980 en regiones como Galicia, donde estructuras unidas por lazos familiares o de amistad se dedicaron, primero al contrabando de tabaco, para después, ya adentrados en la década de 1990, dar el salto al tráfico de drogas, fruto de los contactos de estas organizaciones y grupos con cárteles fundamentalmente colombianos. Prácticamente de forma paralela, la Costa de Sol en Andalucía ha sido testigo del asentamiento de organizaciones criminales y mafiosas de composición multinacional, y cuyas actividades delictivas han ido mucho más allá del tráfico de drogas. Un ejemplo viene constituido por las mafias italianas o rusas, o bien los cárteles colombianos y los grupos marroquíes que gestionan la delincuencia grave transfronteriza y que se han perpetuado en territorio español.

Ahora bien, junto a estos grupos y organizaciones de origen extranjero, en las últimas fechas se han ido consolidando en España estructuras criminales autóctonas, muchas de ellas con un trasfondo étnico y familiar común y que, como se verá a lo largo del presente trabajo, presentan ciertas similitudes con los clanes familiares de origen árabe que actúan en otros países europeos –como es, por ejemplo, el caso de Alemania– y que fueron objeto de análisis en un anterior trabajo publicado en Crónica Seguridad. Se trata de grupos delictivos que presentan una serie de diferencias destacadas con respecto a las organizaciones clásicas como las mafias italiana y rusa. Diferencias que se observan en aspectos tales como la estructura interna, la permanencia en el tiempo, las formas de actuación o las tipologías delictivas desarrolladas; pero que, no obstante, cumplen con muchos de los requisitos asociados a la criminalidad organizada.

Es evidente que el análisis de todas estas características resulta fundamental para diseñar el conjunto de medidas (policiales, penales, judiciales y, llegado el caso, preventivas) para hacer frente al fenómeno. En concreto, las características que presentan los clanes familiares en España son las siguientes:

 

(1) Se trata de agrupaciones opacas unidas en no pocos casos por lazos familiares, étnicos o nacionales. Efectivamente, en la mayoría de los casos, los clanes familiares que actúan en España son de etnia gitana, donde aspectos como la endogamia, el patriarcado o la existencia de normas, valores y costumbres propias de dicha etnia (que en no pocos casos se contraponen abiertamente a los existentes en la sociedad española en general) juegan un papel importante no sólo en el contexto de las actividades delictivas, sino también en la vida cotidiana de estos sujetos.

(2) La estructura de los clanes familiares presenta una jerarquía y opacidad considerables. Las decisiones se suelen tomar por parte del líder de la organización («el patriarca»), al cual se le guarda respeto y el cual es asistido por un selecto número de parientes dedicados también al negocio criminal.

(3) La actividad delictiva principal a la que se dedican los clanes familiares que actúan en España es el tráfico de drogas, fundamentalmente hachís y marihuana, y de forma secundaria la cocaína y heroína. Además de la producción, almacenamiento, transporte y distribución de estas drogas tóxicas, no pocos clanes familiares se dedican también a robar la droga a otros grupos y organizaciones (los denominados «vuelcos»). Por otro lado, dentro del espectro delictivo hay que hacer mención a otras actividades instrumentales que también son necesarias para el desarrollo de la actividad principal, pero cuya finalidad no es estrictamente la generación de un beneficio, sino más bien la protección o aseguramiento de la continuidad de la actividad criminal. En este caso adquieren importancia los delitos violentos, la extorsión o las actividades vinculadas al blanqueo de capitales.

(4) La violencia ocupa ciertamente un papel secundario en el caso de los clanes familiares españoles. Se trata en casi todos los casos de una violencia ad intra frente a miembros del propio clan, o bien frente a otros sujetos y grupos delincuenciales en casos por ejemplo de impago de deudas, de pérdida de la mercancía o en supuestos de delación. También hay que destacar el empleo de la violencia a la hora de robar mercancía a organizaciones rivales. Por el contrario, la violencia frente a las fuerzas policiales se despliega únicamente en casos excepcionales. En este sentido, en las últimas fechas han causado una cierta alarma en la población española episodios de violencia protagonizada por narcotraficantes contra las fuerzas de seguridad; episodios acaecidos precisamente en la zona del Campo de Gibraltar. No obstante, estos actos violentos no pueden atribuirse directamente a los clanes familiares, sino más bien a organizaciones de narcotraficantes dedicadas, sobre todo, al transporte de la droga.

(5) Al contario de los datos que muestran otros estudios, la mujer juega un papel muy secundario en el contexto de la criminalidad de los clanes familiares. Su actividad se limita a colaborar de forma esporádica en alguna de las actividades delictivas, pero sin tener un papel preponderante. Aceptan las actividades delictivas y asumen el papel de su marido y de sus hijos, haciendo un uso –a veces desmedido– de los beneficios ilícitos obtenidos del delito.

(6) Los clanes familiares presentan una marcada territorialidad. Así, los mismos se localizan fundamentalmente en barrios deteriorados y con bajo nivel socio-económico situados en localidades que resultan atractivas para la producción, tráfico y distribución de drogas, como suele ser el caso de las ciudades de Granada, Málaga o la zona del Campo de Gibraltar. Estos clanes se mueven casi de forma exclusiva en lo que la policía española denomina «zona de confort», lo cual no sólo les permite controlar todos los movimientos del barrio, sino también defenderse frente a posibles amenazas o agresiones procedentes de otros clanes u organizaciones; o bien sentirse en cierto modo seguros frente a una actuación policial. Resulta sorprendente observar cómo, pese a disponer los miembros de estos clanes de ingentes recursos económicos procedentes del narcotráfico, estos no abandonan el barrio de residencia (ubicado, como se ha señalado, en zonas deterioradas), para trasladarse a vivir a zonas de lujo, sino que prefieren seguir habitando en el barrio, es decir, en la zona que los clanes pueden mantener bajo su control.

(7) Los miembros de los clanes familiares suelen estar desempleados en la inmensa mayoría de las ocasiones, no mostrando interés alguno en la búsqueda de empleo. Además, muchas de estas familias son beneficiarias de ayudas sociales. Ahora bien, pese a la inexistencia de ingresos económicos debidamente justificados por parte de los miembros de los clanes familiares que actúan en España, estos disponen de un patrimonio importante, tanto en bienes muebles como inmuebles.

(8) Al igual que sucede en relación a los clanes familiares árabes asentados en Alemania, los miembros de los clanes familiares españoles hacen gala de una más que marcada ostentación, si bien, oficialmente, se trata de familias sin recursos económicos. Así, no es raro observar coches de alta gama circulando por sus barrios de residencia, o bien a miembros de estos clanes familiares llevando a cabo compras en tiendas de lujo, realizando el pago siempre en metálico. Esta ostentación desmedida es mostrada incluso sin ningún rubor a través de Internet en las redes sociales.

(9) El blanqueo de capitales constituye una herramienta con la que trasladar al circuito económico legal los beneficios procedentes del narcotráfico. Dichas actividades de blanqueo se producen sobre todo en el mercado inmobiliario (terrenos, locales de negocio, residencias de lujo), así como en la compra de joyas y coches de alta gama. Ahora bien, al contrario de lo que sucede con las organizaciones tradicionales dedicadas al narcotráfico, las actividades de blanqueo son llevadas a cabo por los clanes familiares de forma más sencilla y, por tanto, menos sofisticada. No existen aquí por tanto ni empresas pantalla, ni paraísos fiscales, ni tampoco sociedades interpuestas, creadas por las grandes organizaciones y cárteles de la droga gracias al asesoramiento de profesionales y expertos financieros.

(10) Dichos clanes gozan en la mayoría de los casos de amplios márgenes de impunidad, al utilizar los mecanismos del chantaje y la extorsión contra víctimas y testigos, lo que, unido a la posibilidad de contratar a abogados defensores de prestigio, les permite salir indemnes de un eventual proceso penal.

 

A partir de lo explicado en los epígrafes anteriores, la principal conclusión que se extrae es que la lucha contra este creciente problema social debe abordarse desde distintos niveles institucionales y no sólo través de una consecuente persecución policial. Efectivamente, una exclusiva actuación policial y una estrategia de tolerancia cero, aun siendo medidas necesarias, no resultan por sí solas suficientes. Por otro lado, las penas actualmente previstas para las actividades de narcotráfico vinculadas a los clanes familiares no resultan en algunos casos lo suficientemente disuasorias. En consecuencia, y junto a una efectiva labor policial y judicial, debe producirse también un trabajo preventivo, el cual, en el caso de España, está aún por desarrollar; trabajo preventivo que, lógicamente, no debe ser competencia exclusiva de la policía. Una vez analizadas en este artículo las características de los clanes familiares en España, en un próximo artículo se desgranará el modus operandi de estos clanes en lo que constituye su actividad delictiva principal: el tráfico de drogas.

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Miguel Ángel Cano Paños.

Universidad de Granada

 

 

 

 

 

 

 

 

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