Atentado de Ispáster: la emboscada que marcó un antes y un después en la lucha contra ETA
El 1 de febrero de 1980, la organización terrorista ETA perpetró en Ispáster, Vizcaya, uno de sus atentados más sangrientos contra la Guardia Civil. En una emboscada planificada con meticulosidad, seis agentes fueron asesinados. Este acto conmocionó a la sociedad española e influyó en la posterior reestructuración de la lucha antiterrorista. Este atentado fue clave para la creación del Grupo de Acción Rápida (GAR) de la Guardia Civil, una unidad especializada en la lucha antiterrorista.
Desarrollo del ataque
A finales de los años 70, ETA intensificó su actividad terrorista, poniendo un foco especial en miembros de la Guardia Civil. En este contexto, el 1 de febrero de 1980, un convoy de la Guardia Civil prestaba un servicio de escolta a trabajadores y armas de Esperanza y Cía.. Los sorprendió un comando de ETA militar. Los terroristas, posicionados estratégicamente en una zona elevada y fuertemente armados, abrieron fuego contra ellos, causando la muerte de seis guardias civiles.
ETA contaba con un infiltrado en la fábrica, Francisco Esquisabel Echevarría, que alertaba sobre movimientos de material y personal. Éste sabía que había que realizar unas pruebas de homologación de morteros de 81 y 60 mm. en la playa de Laga. E informó a ETA sobre el lugar, el día, horarios y componentes del convoy. La emboscada se planificó en base a estos datos.
El comando de ETA estaba compuesto por nueve terroristas que se ocultaron a ambos lados de la carretera, asegurando un fuego cruzado letal contra el convoy.
El convoy, compuesto por cuatro vehículos, salió de la fábrica a las 07:30 horas. Aproximadamente a las 08:15, en un tramo de carretera con numerosas curvas, los miembros de ETA se apostaron en una zona elevada oculta por la vegetación. Dejaron pasar al primer vehículo que transportaba a los obreros. Lanzaron una granada contra el segundo vehículo, lo que obligó a este a pegarse en el margen de la carretera. Acto seguido, atacaron los vehículos de la Guardia Civil con rifles de asalto, ametralladoras y granadas, efectuando más de 100 disparos.
Además, lanzaron una granada de mano al primer vehículo de la Guardia Civil. Al repetir la acción con el segundo vehículo, dos terroristas, Gregorio Olabarria y Javier Argote, resultaron gravemente heridos. No se alejaron a tiempo antes de la explosión. Murieron poco después. A uno de ellos lo hallaron a seis kilómetros del ataque, aparentemente trasladado por sus compañeros de comando. Aunque los guardias civiles intentaron responder al ataque, la posición elevada y la ventaja táctica de los terroristas hicieron ineficaz su resistencia. Para asegurarse de que ningún agente sobreviviera, los etarras remataron a los guardias civiles con un tiro en la cabeza.
ETA permitió que los controladores del tercer vehículo, atrapados entre los de la Guardia Civil, salieran ilesos y se dirigieran cuesta abajo hasta alcanzar una carretera principal. Los terroristas se apoderaron de las armas encontradas en este vehículo y de diverso material, lo que sugiere que la emboscada no solo buscaba el asesinato de los agentes, sino también el robo de armamento y equipo técnico.
Las autoridades fueron alertadas y fuerzas de seguridad llegaron al lugar a las 09:00 horas, hallando una gran cantidad de granadas, municiones de 9 mm y armamento de origen belga. La violencia del ataque y la meticulosidad con la que fue ejecutado evidenciaron un cambio en la operativa de ETA, que apostaba por emboscadas bien organizadas para maximizar el impacto de sus atentados. La investigación posterior confirmó que el ataque fue planificado con semanas de antelación y que los etarras habían realizado labores de reconocimiento en la zona.
Los guardias civiles fallecidos en el atentado fueron:
- Alfredo Díez Marcos (24 años), natural de Fermoselle (Zamora), casado y con un hijo de nueve meses.
- José Gómez Martiñán (24 años), nacido en Algeciras (Cádiz), casado.
- José Gómez Trillo (30 años), de Xirivella (Valencia), casado y con un hijo.
- Antonio Marín Gamero (27 años), natural de Oliva de la Frontera (Badajoz), casado y con dos hijos.
- José Martínez Pérez-Castillo (26 años), nacido en Oria (Almería), soltero.
- Victorino Villamor González (41 años), de Quecedo de Valdivielso (Burgos), soltero.
Repercusiones inmediatas
El atentado de Ispáster generó una ola de indignación en toda España. Desde el Gobierno se anunciaron medidas para reforzar la seguridad en el País Vasco y Navarra. La violencia del ataque y su grado de planificación pusieron en evidencia la vulnerabilidad de las fuerzas de seguridad, lo que llevó a un replanteamiento de las estrategias de respuesta al terrorismo.
El mismo día de la emboscada, el presidente del Gobierno, Adolfo Suárez, creó la Delegación Especial de Seguridad para el País Vasco y Navarra, colocando al general José Antonio Sáenz de Santamaría al frente. Además, se enviaron a Euskadi dotaciones tanto del Grupo Especial de Operaciones (GEO) de la Policía Nacional como de la Unidad Antiterrorista Rural de la Guardia Civil. Estas medidas incrementaron significativamente la presión sobre ETA y sus redes de apoyo.
El impacto del atentado en la opinión pública fue inmediato. Los principales medios de comunicación cubrieron la noticia con gran detalle, denunciando la brutalidad de ETA y exigiendo una respuesta firme del Estado. A nivel político, el atentado de Ispáster reforzó la necesidad de una mayor coordinación entre las fuerzas de seguridad y el endurecimiento de las políticas antiterroristas. Se intensificaron las operaciones policiales en el País Vasco y Navarra, lo que llevó a la detención de varios miembros de ETA en los meses siguientes.
El Gobierno español aumentó los recursos destinados a la lucha contra ETA, incrementando la presencia de la Guardia Civil en las zonas de mayor actividad terrorista y reforzando la cooperación con los servicios de inteligencia. Asimismo, la Audiencia Nacional asumió la investigación del caso y puso en marcha procesos judiciales contra sospechosos vinculados a la organización. Sobre la lucha contra ETA en aquellos años es de obligada lectura la obra de Miguel Ángel Cano Paños “El Síndrome del Norte. La otra lucha contra ETA”, del que aquí podéis leer un resumen del propio autor.
Creación del Grupo de Acción Rápida (GAR)
Uno de los principales efectos del atentado fue la necesidad de mejorar la estrategia policial contra ETA. Como respuesta, en 1982 se creó el Grupo de Acción Rápida (GAR) dentro de la Guardia Civil. Esta unidad, adscrita a la Jefatura de Unidades de Acción Rural (UAR), se especializó en la lucha antiterrorista, operaciones de alto riesgo y misiones de intervención inmediata.
Desde su creación, el GAR ha recibido una formación altamente especializada en tácticas de contraterrorismo, inteligencia operativa y combate en zonas rurales. Sus efectivos han participado en múltiples operaciones contra ETA, logrando la desarticulación de comandos y la captura de importantes miembros de la banda terrorista. Además, han sido entrenados en colaboración con fuerzas de élite nacionales e internacionales, lo que ha fortalecido su capacidad operativa.
El GAR no solo se ha dedicado a la lucha contra el terrorismo en España. Ha participado también en misiones internacionales, como la protección de infraestructuras críticas en zonas de conflicto y la formación de unidades policiales en países aliados. Su eficacia y profesionalismo lo han convertido en una de las unidades más reconocidas dentro de la Guardia Civil y en un referente en la lucha contra el terrorismo a nivel global.
Conclusión
El atentado de Ispáster marcó un punto de inflexión en la lucha contra ETA. No solo evidenció la brutalidad de la organización terrorista, sino que también aceleró cambios estructurales en la seguridad española. La creación del GAR y el refuerzo de las medidas antiterroristas fueron respuestas directas a esta emboscada, contribuyendo a la desarticulación progresiva de ETA en décadas posteriores. Hoy, el atentado sigue siendo un recordatorio del sacrificio de quienes lucharon por la paz y la democracia en España.